La carne, un fracaso muy exitoso

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Hace pocos días se publicó en el diario La Nación, una interesantísima nota acerca de los “mitos” que hay respecto al sector agropecuario, que entre otros datos de interés, muestra una encuesta realizada donde desnuda una triste y ya sabida por todos realidad, acerca de qué sabe la gente en general del campo y de sus cuestiones: el 35% de los encuestados valora la ruralidad, el 33% no quiere al campo y el 32% no sabe sobre el campo. Clarito el 65 % en definitiva desconoce las verdades de un sector que por ejemplo en momentos difíciles como los que está atravesando respecto a la sequía o las cuestiones comerciales, los tiene absolutamente sin cuidado.

 

“Qué bueno dan lindo clima para estos días” podría ser la frase típica de un citadino, que no tiene porqué saber que ese buen clima, implica falta absoluta de lluvias, o lo contrario, cuando muchos periodistas locales o regionales – que deberían tener muy claro que aquí vivimos por y para la región- hablan de la lluvia como “mal tiempo, o que desgracia el fin de semana con lluvias, etc- cuando para gran parte de esa región, es ni más ni menos que una bendición.

 

La sequía siempre muestra una cara dura de lo que el clima representa, expone una economía que depende del sector, pero le da la espalda continuamente, algo que se desnuda por ejemplo con los precios del pan o de la carne, donde lo único que importa, es “cuál es el precio”. Cómo se forma, cómo aumenta o cómo baja, es algo que a gran parte de la población, lo tiene sin cuidado, claro, hasta que ocurre algún cambio.

 

El día viernes, el mercado de haciendas de Cañuelas, mostró el mismo índice de novillo que el mes de Marzo. No solo llevaba ya seis meses sin movimientos en los valores, sino que comenzó una caída libre que terminó con el valor mencionado, algo que habla de un quebranto absoluto para todos los ganaderos, a todos y cada uno de los componentes de la cadena y no se ven ni funcionarios preocupados, ni a la gente consultando los motivos, y muchísimo menos –y raro sería- una caída en el precio de la carne en los mostradores. Alguien se imagina cualquier otro sector que tenga una merma en sus ingresos de 6 meses por 7% de inflación mensual? Sin embargo, Moyano amenaza con parar todo el país, si cualquier arreglo paritario, es inferior al 100% para tarifas y sueldos. Qué diferencia no?

 

Por ello más allá del enorme y preocupante problema cultural de nuestro país, la apatía por el sector que más identifica a la argentina como país después del fútbol – seguimos hablando de la carne como bandera emblema nacional- es sin dudas triste y motiva una reflexión al respecto. De hecho, la sequía seguramente forma parte de esta tormenta perfecta, sumada a la retirada de China del mercado y a una economía que a pesar de estar derrumbada, mostró por ejemplo un incremento del consumo para el último mes de Septiembre. Sin embargo, nadie habló de quita de impuestos, de retenciones o de apertura total de exportaciones. Los quebrantos, siempre los paga el sector, el Estado no solo sigue ganando, sino que impulsado por esa propia apatía social, se ve claramente acompañado en su toma de decisiones.

 

Paradojas de un país que acaba de estar presente en la Sial de París, promocionando sus carnes, siendo elogiado por su producción, por su calidad, por sus certificaciones internacionales, por su marca carne. Pero internamente, con muchos ganaderos perdiendo miles y miles de pesos (acá no existe un solo ganadero que cobre en dólares, por si aún ronda otro de los grandes mitos de la gente) y nadie, absolutamente nadie, sale a decir, “basta”.

 

Podemos seguir soñando con la exportación, con las grandes cuotas, con la vuelta de China, con Israel y su preciado Kosher, podemos ganar mil campeonatos de calidad de bifes en el mundo, podemos ser admirados por criar tal vez, los mejores animales del mundo, en biotipo, en genética, en lo que cualquier ganadero del mundo, soñaría tener, inclusive, criando a pasto y de bajo un método estudiado, consagrado y eficiente. Pero de nada sirve, si nuestro propio vecino casa por medio, tiene como única preocupación –válida por cierto- que la carne no le aumente un centavo en el mostrador y encima cuando lo haga, desconocerá si fue un aumento, una recuperación, si se fundieron miles en el camino y encima creyendo, que lo mejor se sigue exportando. Más que nunca se cumplirán las palabras de un tal Orlando Veracruz que en la carne como algo muy nuestra mostrará que vivimos en una sociedad repleta de, “guachos de nuestra cultura, extranjero en su lugar”.

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