El clima, es lo de menos

 

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

“Alea iacta est” me gustaba decir en ocasiones en que por alguna u otra razón, “la suerte estaba echada”. Una frase que calza perfecto para este momento donde es lo que le ocurre a muchísimos productores del país, mucho más visiblemente que en otras secas, por ser la zona agrícola por excelencia la más afectada, por ser lógicamente el 90% del área de siembra la que está en juego y aún no se contabilizaron los posibles daños de la helada que esta semana, siguió metiéndose en los lotes.

 

Ya hay tensión en la cadena, la molinería lógicamente comienza a meter presión y los exportadores juegan su juego, mientras que aquel que logró guardar algún trigo y hoy en nuestra zona, tiene cultivos que seguramente llegarán a buen puerto, son los que juegan con las cartas en la mano, a la espera de un desenlace, que tarde o temprano, sabemos no será el mejor.

 

Lo que todavía tal vez el gobierno no toma conciencia, es que falta aún la carta más fuerte, la de la gruesa, que poco a poco, comienza a tachar sus días en el almanaque, sobre todo en las zonas centrales, donde los tiempos a medida que suba la temperatura del suelo, empezarán a tomar su cuenta regresiva.

 

Y donde está el estado? Se preguntará más de uno que está pagando la última cuota del anticipo de ganancias del próximo año. Si claro, en nuestro país la voracidad fiscal, determina que hay que anticiparse a lo ganado y cobrarlo por anticipado. Mientras tanto, el dólar soja quedó atrás y todos hablan de lo exitosa de la maniobra, en una situación donde tanto nos hemos acostumbrado todos a que todo está distorsionado, que nadie hace las cuentas de cuánta plata perdió el productor ante un dólar ficticio, de cuánta plata se quedó el Estado en materia de retenciones y qué va a pasar cuando en pocos días más, algunos comiencen a sacar la cuenta, de que los quebrantos, podrían ser una situación sin vuelta atrás.

 

Quién sembró trigo, ya jugó su plata, muchos de ellos, además fertilizaron, es cierto, parte seguramente está disponible aún en el suelo, pero gran parte, no habrá lluvia que lo recupere, y en zona núcleo agrícola, ni con campo propio, ni muchísimo menos con campo alquilado, los bajos rindes, son capaces de salvar los costos y si los hubiera, increíblemente al día de hoy – a pesar de que sean rindes para salvar los costos – el gobierno en ningún momento habla de eliminar retenciones ante la sequía extrema. Un verdadero salvavidas de plomo, un ancla en la espalda, un parásito capaz de matar a su propio huésped y quedarse sin nada. Ese es el estado Argentino, igual que su gobierno, va por todo, destruye todo y después, no hay problema, a lo sumo estatiza y se lo queda.

 

No es posible un país agropecuario con un estado confiscador de tierras. No hay manera de seguir apostando a una tierra, que muchos creen da sola sus frutos y esos frutos, hay que compartirlos, cueste lo que cueste. Inviable por donde se lo mire.

 

Por todo esto, hay una suerte echada donde las miserias poco a poco, van dejando de tener lugar. Mientras los molinos se miran el ombligo peleando por medio millón más o menos de toneladas, mientras los exportadores bajan la mirada con el trigo ya comprado y el gobierno exige explicaciones, al clima no le interesa absolutamente nada y será lo que tenga que ser y solo el productor será el único en pagar las consecuencias, más allá de que después lo único que importe, sea la placa roja de Crónica, hablando del precio del pan y de los silos bolsas que tanto preocupan a los que no tienen ni más puta idea, en donde empieza y termina cada pueblo.  

 

Se vienen tiempos realmente difíciles y aún ni hablé de ganadería, que pese a todo, da pelea, entre un mercado que está parado hace 6 meses, productores en crisis por la sequía y la constante vigilancia para que la carne no aumente un centavo en el mostrador, con el productor siempre como único culpable, pase lo que pase.

 

El día después de mañana, será el día que llueva, pero para muchos será tarde. Y habrá un único culpable y responsable y no será ni el clima ni los productores: será el gobierno. Hay que dejarlo bien claro desde este momento. Ellos o nosotros nunca fue una buena fórmula, pero ellos ya eligieron, es momento de que cada uno, comience a hacerlo por sí mismo antes de que el clima, termine por decidir por todos y cada uno.  

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