Contrabandistas del odio

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Cada día que pasa la coalición gobernante, liderada por el kirchnerismo, descalabra todo lo que toca. La toma de colegios en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es un ejemplo concreto, donde un puñado de jóvenes, que se creen empoderados, son manipulados por contrabandistas avezados.

 

Estos contrabandistas odian la democracia, no creen en la libertad individual ni colectiva y saben que es importante instalar en el subconsciente colectivo el disfraz de lo contrario de lo que realmente desean. Lo peor, es que muchos padres se han sumado a esta falacia propia de delirantes y embusteros, que quieren desatar el caos por doquier para tapar sus olorosas intenciones.

 

No nos engañemos. Existe una gruesa capa de aprovechadores de la confusión. Los intereses creados por estos malabaristas de la verdad levantan cotidianamente polvareda para impedir la claridad. Quienes peinamos canas ya lo hemos sufrido en otros momentos de nuestra historia, donde algunas facciones de los ahora gobernantes se transformaron en un verdadero ejército de ocupación y dirimiendo sus internas a sangre y fuego, haciendo caso omiso al Estado de Derecho.

 

Con tantas promesas que no se van a cumplir, con tanta verborragia, con tanto caos económico, social y político, estos contrabandistas de la verdad poco a poco hacen renacer al súbdito sumiso. Sin querer queriendo -diría el Chavo- el fascismo aparece como una increíble marcha hacia atrás. Entonces, las piezas de esta anatomía encajan perfectamente y dan por resultado una realidad de acción directa, de violencia, de caos, de absolutismo. Y este es un sayo que a algunos miembros del gobierno y a ciertos políticos, sindicalistas y líderes de organizaciones sociales les calza como a un guante y lo lucen cotidianamente.

 

Días atrás escuchaba de boca de un ex ministro de Educación que coincide el desarrollo de nuestro país con aquellos períodos en que la educación se enseñoreó entre la ciudadanía; mientras que la decadencia se viene haciendo presente en momentos como éste, donde la educación está lejos de ser lo que es, cooptada por ideologismos y falsos profetas.

 

 A ello habría que sumarle un absoluto que tuvo vigencia entre los argentinos durante mucho tiempo y que, como retroalimentación de la educación, marcó y acompañó nuestro crecimiento y nuestra grandeza: el respeto y la vigencia de nuestra Constitución Nacional.

 

De continuar este camino de decadencia, con una educación endeble, y cooptados por contrabandistas que odian la democracia, nos esperan muchos y grandes dolores.

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