Visitar

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Los políticos deberían visitar el país. Muchos de ellos me dirán: “Nosotros lo recorremos”. Mi respuesta es: Una cosa es recorrer, otra cosa muy distinta es visitar. Recorrer es “ir de forma sucesiva por los distintos puntos o sitios que forman parte de un espacio o de un lugar”, nos señala la Real Academia Española. Recorrer, para un político, es ir a un lugar, subirse a un estrado para hablar a la gente del lugar, o transitar por algún lugar, sobrevolarlo con un helicóptero o un avión.

 

Si los políticos visitaran los pueblos, ciudades o parajes, sería otra cosa muy diferente. Visitar, según el Diccionario de la Real Academia Española es “ir a ver a una persona al lugar en que vive o trabaja, generalmente como cortesía, atención, amistad, o para tratar algún asunto”. Ahí el foco es diferente porque la visita implica dialogar con alguien que piensa igual o diferente. La cuestión es que el diálogo enriquece, a la vez que se toma nota de las necesidades de quienes dicen representar.

 

El padre José María Arizmendiarrieta, el propulsor de la ahora poderosa Corporación Cooperativa Mondragón, que da trabajo a muchísimas personas en el País Vasco y en el mundo, señaló en un pequeño libro denominado “Pensamientos”, que “el hombre es una gran energía. Necesita que se le encauce, que se le ofrezcan a su medida y alcance empresas que le entusiasmen, hombres que le convenzan con su vida”.

 

Si los políticos, en vez de pensar y ejecutar chicanas, o elucubrar maquiavélicas maniobras para hacerse del poder, se preocuparan y ocuparan de visitar su propio país, escuchar a la gente que los vota y a quienes no los vota, indagar en sus necesidades, y volcaran la riqueza del diálogo en temas que deberían ser discutidos en el seno del Congreso de la Nación, podrían decir con orgullo que son los representantes legítimos del pueblo.

 

No se necesita haber pasado por un atentado para empezar a pensar que hay que dialogar con el adversario político. Merece la pena vivir y trabajar por algo más que concentrar poder e intentar eludir a la Justicia. La convivencia, la paz, la comprensión, la delicadeza, el diálogo son cosas que desde siempre de debió buscar y lograr desde el inicio de la nueva etapa democrática que ya tiene casi 40 años de vigencia, pero que hasta ahora no hemos sabido encauzar.

 

El síntoma más triste no es profesar propiamente el error, pues si el error se profesa con interés, con afán, todavía cabría esperar algo. Lo más triste es no importarnos la verdad, considerarlo como un artículo de lujo o poco menos…

 

En el futuro, los políticos deberían visitar más la Argentina. Sería la mejor inversión personal y política, para abrevar en lo más profundo de las necesidades, de los anhelos del ciudadano de a pie, porque en definitiva todos los problemas y todas las cuestiones planteadas en el mundo se reducen al hombre.

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