El viaje

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Alguna vez hicieron el ejercicio de volver a la niñez? De meterse por un ratito en aquella inocente cabeza? Los invito, es un lindo viaje porque tal vez – ojalá que así sea – muchos de los sueños, de las ilusiones, de lo pretendido, de lo que tal vez quisimos ser, con suerte haya sido o se esté cumpliendo y solo así, seremos mucho menos injustos con nuestro “todos los días”.

 

Allá a lo lejos veo un morochito de pantalones cortos, siempre de aventuras, siempre de expediciones o cuando no con la pelota, esa redonda amiga que me supo tener hasta altas horas en invierno o en verano, corriendo tras de ella. Eso sí, el “Malevo”, la “Picha” y algún otro “cruzón” vagabundo, esperando en un costado, no digamos que era un croto, pero perros que me sigan, siempre me sobraron, tal vez por ellos alguna vez, incliné los gustos por una profesión, a la que no tengo manera de estar agradecido todos los días de mi vida.

 

Cuántas veces en nuestras vidas renegamos con lo que nos pasa, nos cuestionamos un millón de cosas, nos preguntamos las razones, los motivos por los cuales cada día, nos agobian más la economía, la política, la seguridad, nuestras preocupaciones son de “grandes”, tenemos responsabilidades que cumplir, ya no nos damos el tiempo para no solo descansar, sino simplemente, no hacer, disfrutar, hasta incluso por que no, divertirnos, nos volvemos grandes y nos ponemos aburridos, nos ponemos serios, dejamos que ese niño que alguna vez fuimos, se muera, desaparezca y sin embargo, el seguramente tiene un montón de cosas por contarnos, por alegrarse de lo que hoy somos, por saber que aquellas tardes mirando el techo e imaginando “ser grandes”, fue mucho de lo que somos, aunque no nos tomemos ni siquiera el tiempo, para disfrutarlo, porque seguramente mucho de lo que hoy nos pasa, se lo debemos a el, a su enorme convicción de que un día íbamos a poder.

 

Por eso de vez en cuando, vuelvo al barrio, viajo por un instante y trato de recordar que quería, que anhelaba, porque allí, todavía están intactos muchos de nuestros “motores”, que la realidad nos ha apagado, los invito enciéndanlos, disfruten por un momento de ese lejano pensamiento.

 

Y allí estará, ese chico que jugó al fútbol y hasta llegó a ponerse la camiseta de primera, soñó con perros y se llenó de ellos, los salvó, los curó, los atendió una y mil veces. El también respiró campo, porque si bien para el siempre era lejano, el barrio era un gran potrero y allí siempre había un “mancarrón” para agarrar y subirse, aunque fuera afanado, o acaso hacer locuras no era parte de saber que todo podía lograrse? Y ahí fue, siguió creciendo, fue a la facultad, se graduó, fue padre, aún cría a un hijo y sus ilusiones siempre siguen en marcha, porque fue “jetón y renegado” de adolescente y también pensó que muchos de sus pensamientos podían compartirse y agarró un micrófono y con buenas y malas también fue posible hacerlo, “jetonear, compartir y renegar”.

 

Somos mucho más que nuestros sueños, créanlo. A veces es cuestión de recordar, por eso aprender y decidir que lo más importante es lo positivo, es la manera más sencilla de disfrutar una vida que tiene mil reveses, es por un ratito meternos en aquella cabeza, donde cuando algo dolía, jugar y distraerse era lo único necesario para volver a sonreir. Tenemos mucho que aprender de nosotros mismos, ser más inocentes, porque la inocencia no se trata simplemente de que nos estafen, de que se rían o que simplemente nos subestimen. Para nada, la inocencia es la capacidad de volver a creer, en nosotros primero, en quienes nos rodean después y sobre todo, en creer que siempre, pero siempre, hay un mañana mejor, ese mismo mañana que soñamos hace mucho tiempo y tal vez cometemos la injusticia, de no agradecerle a “ese niño” que el seguramente hizo posible muchas de las cosas, que hoy mismo somos.

 

Hagan el viaje, anímense, vayan y vean, seguramente lo encontrarán sonriendo y jugando, ojalá aunque sea solo por hoy, puedan disfrutarlo.

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