La resaca

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Alguna vez le escuché decir a un economista que “después de la borrachera hay que aguantar la resaca”. Los gobiernos populistas saben emborrachar al pueblo. Y, ahora, ya es tarde. Somos nosotros, los ciudadanos de a pie, los que debemos aguantarnos el dolor de cabeza y de estómago, las náuseas, los mareos. Los que nos llevaron a este estado de embriaguez, se encargaron y se encargan de llenar sus bolsillos, esconder el dinero de la corrupción y hacer negociados con sus amigos y conocidos, mientras el pueblo se halla achispado por el alcohol de subsidios, de mentiras, de anuncios de obras que no se hacen nunca.

 

Si estás borracho no respetas el mérito y no desprecias el vicio. Algunos que saben hacer muy bien la claque, tal el caso del nuevo secretario de Agricultura de la Nación, Juan José Bahillo, que se fue de boca al pedir que las entidades del sector agropecuario se identifiquen políticamente, no es más que un ejemplo emergente de un ambiente degradado éticamente, y que se agrava cuando ese mismo funcionario no desconoce la actividad agropecuaria, aunque lleve 20 años viviendo de la actividad pública y de la fabricación de helados.

 

Quienes ahora se han hecho cargo del Ministerio de Economía, Producción y Agricultura no son un dechado de pureza. No vienen más que a especular que lo que vayan a hacer les reditúe la posibilidad de que si les va bien con las medidas, puedan llegar a pelear las elecciones presidenciales del próximo año. Son el emergente de una democracia y de un gobierno endeble, incapaz de entender que la acción de la búsqueda del bien común. La piratería y la traición encuentran en la política sus formas más evidentes y desde allí operan en los tiempos donde a río revuelto, ganancia de pescadores.

 

Sin embargo, tengamos en cuenta que, si en el futuro surgiera un gobierno con dirigentes probos y sinceros, para poner la Argentina al día y ordenarnos en búsqueda de mayor previsibilidad, todos los argentinos vamos a tener que pagar sin chistar los muchos años de vivir emborrachados de populismo.

 

Nadie va a estar exento de ello, incluso las instituciones de la República, que tendrán que depurarse hacia adentro y hacia afuera con hechos y no palabras. Todos tendremos que asumir que, si queremos evolucionar hacia una verdadera prosperidad republicana, tendremos que sufrir la resaca, para luego comenzar a vivir éticamente; ya no como una quijotada casi imposible en un país acostumbrado a transigir con el deber ser por cualquier oferta que le coloquen al paso, sino como algo real que sea playa de salvación para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

Escribir comentario

Comentarios: 0