Honrar el presente

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

“Palermo es Palermo” me dijo un viejo gladiador de mil batallas en la pista, sonriéndome de costado, en un gesto cómplice por alguna charla perdida y otra que queda por resolver. Claro, no importa nada, hay cosas que por su volumen, por su importancia, por historia, por lo que representan, por lo que motivan y sobre todo, lo que movilizan, se llevan puesto absolutamente todo.

 

Son las dos de la tarde del viernes y llegar a lo alto de la cabina, es casi una misión imposible, un verdadero viaje de ida. “No existen posibilidades de aquí en más de bajar ni siquiera por una urgencia”, me dije a mí mismo mientras el murmullo de la tribuna, se asemejaba a cualquier cancha de fútbol, pero sin cánticos. Para cualquier neófito, seguramente ese marco podría ser la final del mejor clásico de fútbol conocido, o la última serie de clasificación de la carrera, o tal vez el recital más copado del artista del momento. Nada de eso: allí mismo en un rato nada más, saldría el Gran Campeón de la principal raza vacuna de nuestro país.

 

“Palermo es Palermo” me retumba en los oídos y basta con recordar la semana: mientras un Ministro de Economía imitaba a Tom Hanks en la película “La Terminal” quedando huérfana de tierra, el dólar volaba en mil pedazos y un presidente quedaba acéfalo de su propia acefalía, en los pasillos de la principal muestra ganadera del mundo –por qué no?- nadie reparaba demasiado en un país que no sabe, lo que el campo sabe. Charlas, negocios, manos estrechadas, promesas de visitas, compras realizadas, cientos de ideas gestándose, mientras que alguien revisa un pedigree que seguramente servirá por los datos y el animal en cuestión, para el futuro campeón que sueña un cabañero en su imaginario.

 

Pienso en los extranjeros que miraban atónitos todas y cada una de las filas, que intentaban explicarse como los ganaderos hacen lo que hacen mientras pasa lo que pasa afuera, a espaldas de un gobierno que es tan pero tan limitado en sus capacidades ideológicas, que no entiende que el único futuro posible para un país sin futuro, pasó esta semana por el predio ubicado en el emblemático barrio de la capital. Pienso también en los representantes de casi toda américa presentes, todos pendientes de qué es lo que se hace aquí en materia ganadera, pienso en esos anchos sombreros que confiesan sin vergüenza alguna, el hecho de que “ustedes hacen un Angus único”, señal de que por aquí hay un sello que se extiende para cada una de las razas, ese mismo sello que nuestros ganaderos han marcado con fidelidad, agregándole la tecnología, el conocimiento y la experiencia de muchos que han andado por el mundo, pero jamás traicionaron a la hora de seguir lo que nuestros viejos ganaderos comenzaron.

 

“Palermo es Palermo” y mientras el Presidente de la Rural explica los mil motivos por los cuales cualquier ser con dos dedos de frente haría ya mismo un pacto con el campo, estos imberbes que gobiernan, siguen vendiendo estrellitas de colores y prometiendo cambios, para no cambiar absolutamente nada.

 

Se fue la mejor muestra del campo argentino, por más que hagan cien con ese slogan, por más que intenten hacer otra cosa, por más que yo mismo hace dos meses, me haya enamorado de un Centenario, que fue único e inigualable, pero que no tiene ni por asomo, la magia, la fuerza y sobre todo, el tremendo poder de hacer sentir único, a cada uno de los que integran la muestra, basta solo con pararse en la arena central y recorrer las tribunas con la vista.

 

Hay mucho por hacer, hay mucho por seguir cambiando –y allí no muevo una sola coma cuando pienso en el bienestar de animales y cabañeros- pero seguramente esos cambios llegarán, porque Palermo fue, es y será, una enorme raíz que nació en el pasado, que debemos honrar en el presente y que nos muestra en su lev motiv, el futuro: “Cultivar el suelo, es servir a la patria”.

Escribir comentario

Comentarios: 0