Supervivencia al desnudo Argentina

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Cada vez tengo la sensación de que nosotros, los argentinos, estamos siendo protagonistas del reality “Supervivencia al desnudo”. Estamos en medio de la jungla, rodeados de alimañas, víboras ponzoñosas, animales peligrosos, con enormes amplitudes térmicas, ríos poblados de caimanes y de pirañas. En fin, un ambiente hostil en el cual debemos sobrevivir ya no 14 o 21 días, sino toda la vida, munidos solo de un pedernal para hacer fuego y algún otro elemento que nos dejan llevar.

 

Sin embargo, todo lo que nos acecha en la realidad son políticos, sindicalistas, líderes de organizaciones sociales, militantes fuertemente ideologizados. Los argentinos de bien estamos rodeados de chupasangres, de carnívoros, de gente ponzoñosa que sólo piensa en que la República Argentina es su coto de caza.

 

Lamentablemente, no tenemos -como en el reality- un equipo de producción o un médico que acuda en nuestro auxilio cuando ya no queremos seguir sufriendo o necesitamos de atención sanitaria. Estamos librados a las buenas de Dios, en una selva donde todos los que nos rodean quieren una porción de nuestros magros recursos.

 

Alguna vez comenté en esta columna que la humanidad ha evolucionado, pasando de cazar mamuts con lanzas de puntas de piedra -tal cual el pensamiento del historiador Yuval Harari- a explorar el sistema solar con naves espaciales, gracias a la capacidad de conectarse entre sí, de tener el ser humano la capacidad de cooperar de manera flexible.

 

Sin embargo, en nuestro país parece que no hemos aprendido esa lección de los tiempos y seguimos fisionando pedernales. No hemos aprendido de nuestra propia historia, teñida muchas veces de salvajismo y, en otras de momentos en que democráticamente hemos construido una Nación. Sin embargo, en esta última etapa democrática nos hemos degradado de tal forma que ya estamos en “Supervivencia al desnudo Argentina”, donde nuestra propia anomia y desgano para cooperar de manera flexible nos hace día a día cada vez más débiles y a los que nos acechan, más fuertes.

 

¿Hasta cuando vamos a aguantar haciendo supervivencia en solitario, sin compartir dialogar con el prójimo que piensa distinto, sin discutir sobre bases comunes, sin creatividad y sin flexibilidad? ¿Hasta cuándo vamos a aguantar que nos consideren la presa fácil a la cual pueden esquilmar porque no tenemos la personalidad como para enfrentarlos? ¿Ninguno tiene sentido de pertenencia, de participación y de compromiso? ¿Cuándo será el momento en que utilicemos nuestro cerebro, nuestras neuronas, para evolucionar, en vez de hormonas para sobrevivir?

 

Preguntas que les dejo y me dejo, ya que yo también soy parte de este reality denominado ¡“Supervivencia al denudo, edición Argentina”!

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