La oportunidad de construir un futuro

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Ya está, la crisis es casi terminal y falta más de un año y medio de gobierno. Hay dos posiciones, ver como cae poco a poco el gobierno, o pensar en el futuro, qué construir, cómo, hacia dónde. Lo cierto, es que poco hay por hacer, mientras que la toma de decisiones no esté al alcance de nuestra mano, lo que se diga y se haga, no provocará ningún impacto. El paro agropecuario, en este contexto, con renuncia del Ministro incluido, es casi casi, una bengala al aire, en el medio de la nada.

 

Alguno seguramente dirá, “entonces no tenemos que hacer nada?” en clara referencia a no gritar a los cuatro vientos que no hay gas oil, que no hay insumos, que la campaña y lo que viene está en peligro? Perdón, alguien no sabe de esto? Hay alguien en la Argentina que no esté al tanto de que todo está destruido y en peligro? Y si alguien no lo sabe, podemos ser tan ingenuos que por un paro alguien hará algo? La verdad, entiendo las razones mediáticas que seguramente se buscan con esta medida, pero poco útil, de bajo impacto y de tal vez, motivación para el sector que siempre ve al campo, como un enemigo. Y a la vez, la respuesta para aquella pregunta, es si, claro que sí, hay muchísimo por hacer.

 

Dicho hasta el cansancio, lo primero que tiene que hacer el sector agropecuario es construir poder. Sí, poder político y económico, el primero no lo tiene, el segundo sí y no es consciente del mismo, por eso es imperioso que los dirigentes de las entidades, comiencen en conjunto a construirlo, a exponerlo, a buscar los intérpretes, a generar alianzas, a buscar nombres, a posicionarse, a utilizar el tremendo poder federal del sector, para estar en cada provincia, ciudad, pueblo, paraje y de donde sea, haya alguien pensando que en el 2023, hay lugares que debe ocupar el campo.

 

Hay temas recurrentes que no han sido resueltos y gobierne quien gobierne, saldrán como el óxido a flote, una y otra vez, porque el campo nunca fue capaz de dar respuestas, de buscar las verdaderas soluciones para una sociedad, que aún no ha entendido el rol del sector y sobre todo los gobiernos, nunca lo han puesto de manifiesto. La carne y el pan, serán por siempre el “talón de Aquiles” y nunca el campo fue capaz de generar una propuesta que nos haga salir de la disyuntiva, donde debemos exportar todo lo que se pueda y debemos producir hasta las últimas consecuencias, para que el consumo interno siempre esté abastecido y si es necesario, buscar alternativas con todos los ingresos que dichas exportaciones generen.

 

Ser capaces de mostrar que el diagnóstico, es la pobreza, con un potencial de riqueza, por eso el tratamiento, nunca puede ser pensando en pobre, porque allí siempre se genera el fundamento para que la riqueza sea una quimera y no una realidad. Y si es necesario, no vivir esperando que el gobierno de turno o el estado, traigan las soluciones. El sector, sus cadenas, tienen que tener la capacidad para generarlas, para buscar las respuestas y no esperar que siempre la solución venga de quien buscará simpatías, ventajas y no será justamente el campo el beneficiado, en esas cuestiones.

 

Sin ir más lejos, venimos de una semana donde se habló una y otra vez de los caminos y sabemos y somos conscientes de que los mismos deben tener una solución que venga desde el estado pero allí es donde también debemos entender, que son nuestros, que si el estado no está, en algún momento generar las soluciones, entregar a paquete cerrado la respuesta para que nadie pueda decir que no y salir de la eterna queja para un país que inundado de problemas muy complejos, verá eternamente al sector como un tema secundario a tratar y siempre como la caja más sencilla a la cual recurrir si las cosas no funcionan.

 

Son tiempos de crisis y siempre son tiempos de oportunidades, pero para eso, debemos salir de la misma fórmula que siempre criticamos, pero que recurrentemente repetimos. Es hora de mirar lejos, es momento de construir lo que el campo necesita imperiosamente: su propio poder, su propia economía y su propio destino. Más que nunca, que el árbol no nos tape el bosque.

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