La hipocresía de no hacerse cargo

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

(*) En la Argentina existe un grave problema –uno más de los tantos- que cada día parece intensificarse y que en algún momento hay que ponerle por lo menos, una fecha límite y de allí en adelante, comenzar a trabajar en serio con muchas cuestiones que hasta el momento nadie se hace cargo. Este problema que es multifactorial y que afecta muchas veces a la producción, puede extenderse a tantas cuestiones como se desee, porque en definitiva, existe un único responsable que claramente, no se hace cargo y ni si quiera aún, es consciente de que debe hacerlo. Nace de una máxima, que puede discutirse, puede no admitirse, pero que no tiene ninguna otra respuesta: las cosas que no son de nadie, son del Estado. O acaso porque cuando existe un capital sin herederos, el estado es quien se lo queda?

 

A los hechos: hace pocos días, uno de los principales diarios de tirada nacional, visualizó un hecho que en el campo hace años se viene denunciando y nadie está dispuesto a hacerse cargo y cuando decimos nadie, tiene nombre: el estado. Más de 100 ovejas fueron masacradas por perros asilvestrados en Río Negro, puntualmente en Maquinchao, pero esta situación que se da en Ushuaia, en la Quiaca o en Estela, acá partido de Púan, donde existe uno de los rodeos más grandes de la provincia, en materia de lanares, tiene que tener en algún momento, un freno. Claro, se dirá que los propietarios irresponsables abandonan a sus perros, que no hay tenencia responsable, que nadie les da de comer, etc, etc, pero lo cierto es que una vez que el perro no tiene dueño, es del estado. Le guste o no, es del estado. Por qué? Un perro “nn”, es un potencial problema de salud pública, es un potencial problema de agresión a un humano y es un potencial problema, de destrucción de un capital. Conclusión, es el estado quien debe de una buena vez, comenzar a solucionar un problema social, que ya se ha convertido en un problema productivo.

 

Ejemplos sobran, donde muchas veces protegemos especies que casualmente no poseen predadores ni formas de control natural, lo que provoca un grave desequilibrio que no solo afecta el ecosistema donde los mismos habitan, sino que también, se meten poco a poco, en la problemática de los propietarios de un campo.

 

Podemos ir desde los más sencillos, hoy por ejemplo es posible en nuestra zona, encontrar bandadas de ñandúes (más de 200) corriendo por los campos, rompen eléctricos, se enriedan en alambres y son capaces de en gran número, hacerse de un buen pastoreo de avena, trigo o lo que fuere. Si, si es cierto, usted dirá que estaban ahí mucho antes que el productor y nadie dice que no pueden estar, pero el control de la población, es urgente realizarlo, ya no existen tantos pumas capaces de controlarlos. Sin embargo, el estado exige impuestos, obligaciones, etc, y a la vez, manutención de especies que no tienen demasiados programas de control natural. Podemos seguir, hoy la problemática de los caballos cimarrones en las sierras, que además son exóticos, no pertenecen a nuestro territorio, y sin embargo alguien se tiene que hacer cargo y siempre cae sobre el privado, que no posee un solo beneficio más que el propio de bienestar de su ambiente, por proteger el medio, por custodiar lo que es de todos, por hacerse cargo, de lo que el estado no se hace cargo.

 

Es muy simpático hablar de municipios “pet frendly”, de apoyar el proteccionismo, de cuidar el medio ambiente, y es el producto el primero que siempre cuida su propio entorno. Pero ocurre que quienes protegen individuos, se olvidan que los mismos viven dentro de un sistema que debe ser custodiado y controlado, para no alterar el resto de dicho ambiente, por posar la mirada en la simpatía con una u otra especie. Tal vez, el coronavirus haya hecho que quienes vivían con una mirada individualista, hayan aprendido que proteger a un individuo sirve de poco, cuando no protegemos a todos y todos, somos los que hacen funcionar el sistema, no solo uno.

 

La hipocresía de la política, que busca siempre agradar por encima de ponerse al frente de problemas álgidos, debería tomar nota alguna vez de la gravedad que implica no hacerse cargo de las cosas. Porque para la ley, lo que no es de nadie, es del estado. Tarde o temprano, habrá que empezar a hacerse cargo, aunque no sea simpático ni políticamente correcto.

 

(*) Dedicado a Cecile Paterson y Sebastián Cabezas, grandes luchadores contra los perros asilvestrados con su programa de Perros protectores. 

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