Bajo el mismo cielo

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Es el mismo país, pero con distintas caras, es la misma gente, pero con distintas actitudes. Todo es uno y sin embargo, la grieta es más amplia de lo que se cree y no es necesariamente ideológica, es de hecho, de realidades, de presente y de futuro, aunque no parezca, es el mismo país.

 

La oportunidad parece única, entre Rusia y Ucrania se sostiene la crisis triguera y la de granos del mundo, mientras que en el norte la cosecha no sería lo mejor y por estos lados, la tecnología del cultivo de trigo no conoce techos, más allá de discusiones y debates, con poca cosa, estamos en condiciones de superar holgadamente los 20 millones de toneladas.

 

Claro, pero esta la otra cara. Mientras el presidente festeja un nuevo aniversario de YPF, las colas de camiones en el norte en búsqueda de combustible, trae al recuerdo la vieja canción de los Cadillacs, “no hay nada que festejar”, cuando el principal insumo para la movilización de la producción y de cara a la siembra – para la generación de dicha producción- está no solo en riesgo, sino que ya es una realidad, comenzó a complicar toda la campaña. Otra vez llueve sopa y nosotros con tenedores.

 

Mientras tanto el principal mandatario, se pasea por los medios prometiendo nuevas retenciones, cuestionando los ingresos de los privados, verdaderos autistas dispuestos a invertir en un país carente de ideas y de motivaciones, “qué hago con el campo, lo vendo y después que” me dice un productor a la pasada, como prisionero de su propio destino, desganado de más allá de las oportunidades externas, aquí nos encarguemos de que todo parezca a propósito, todo hecho y dado para que nos manquemos en nuestros propios pasos. Si no invierte el campo, quién está dispuesto a invertir?

 

Por eso parece mentira en estos días, ver camionetas y camiones, enterrados en algún camino de tierra, pero en la realidad, encajados en la limitación histórica estructural de un país pensado para la extracción estatal, sin dejar nada a cambio, sin derramar un solo centavo sobre el mismo lugar donde se generan sus propios sustentos. Nada, con tasa vial o sin ella, con consorcios, con lo que fuere, la mayor infraestructura del sector que más divisas genera para el país, es la misma que hace 100 años, tal vez peor, porque al menos los trenes, permitían salir de muchos lugares con su carga, llegar a un puerto, a un mercado o a una ciudad, situación que no siempre es posible, en esta limitada historia de no gobernar jamás para adelante.

 

Es el mismo país, ese que hace una semana, mostró el máximo potencial genético de nuestra raza emblema, en una pista Centenaria, en un verdadero show para el mundo, abarrotado Palermo de calidad y glamour, o ahora mismo, en pleno mundial Bradford, con una de las razas más pujantes a la hora de las cruzas, otra vez, Latinoamérica inserta dentro de nuestras tierras, asombrada por los ejemplares, por la productividad, por nuestros campos. Esos mismos costosos y envidiados animales, tuvieron que salir en más de una ocasión traccionados por un tractor, encerrados en algún corral cercano a la calle, tal vez alguno con traslado en el medio de algún camino rural, porque se mezclan la miseria de una historia de saqueos políticos, con el productor pujante y sin temor a nada, salvo a los propios que gobiernan, ese es el único miedo que cualquier inversor tiene en estas tierras.

 

Así somos, dueños de una misma cara, pero con las mismas manías y limitaciones de siempre, pensando en el ayer, igualando para abajo, incapaces de sortear nuestro propio destino pensando alguna vez en grande y no siempre yendo a menos, como único destino.

 

Sin dudas un país rico en potencial y pobre, pero muy pobre en ideas.

 

(*) Foto: Ing Alberto "Tato" Orozco

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