Evolución

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Señala el historiador Yuval Noah Harari que “a lo largo de estos veinte mil años, la humanidad ha pasado de cazar mamuts con lanzas de punta de piedra a explorar el sistema solar con naves espaciales, no gracias a la evolución de manos más diestras o de un cerebro mayor. En cambio, el factor crucial en nuestra conquista del mundo fue nuestra capacidad de conectar entre sí a muchos seres humanos. Hoy en día, los humanos dominan completamente el planeta, no porque el individuo humano sea mucho más inteligente y tenga los dedos más ágiles que un chimpancé o un lobo, sino porque Homo sapiens es la única especie en la Tierra capaz de cooperar de manera flexible en gran número. Pero si los humanos no hubiéramos aprendido a cooperar de manera flexible en gran número, nuestro astuto cerebro y nuestras manos hábiles todavía estarían fisionando pedernales en lugar de átomos de uranio”.

 

La historia nos proporciona pruebas de la importancia crucial de la cooperación a gran escala. Vayamos a una de nuestro pasado, ya que estamos a días del mes de agosto, cuyo día 17 conmemoramos el paso a la inmortalidad de uno de nuestros mayores próceres: José de San Martín. Precisamente, si él no hubiese liderado y logrado esa previa cooperación flexible y colaborativa entre el ejército que estaba preparando y la población cuyana, difícilmente habría podido concluir con éxito el cruce de los Andes en su campaña libertadora.

 

También en el campo se ve, y con creces esa manera de cooperar de manera flexible y en gran número, a través de una gran red de servicios que confluyen en todas las actividades y donde se combina maravillosamente esa interacción de lo rural y lo urbano, cuyo objetivo final es producir alimentos.

 

Podría nombrar otros tantos ejemplos; sin embargo, eso no lo vemos en la política. Ni en oficialistas ni en opositores. Son caníbales en busca de poder por el poder mismo y sin importarles los fenomenales daños colaterales que ello deja. En 1983 nos sacamos de encima el partido militar y no se ha aprendido la lección. Continuamos con el nombre de democracia, pero lo que menos se ha hecho es pensar y defender el capital más importante que tiene este sistema político: el Pueblo, el ciudadano de a pie. Al contrario, lo que están haciendo es hundirlo cada día un poquito más, además de ser -¡eso sí!- cooperadores flexibles para tapar sus reverendas cagadas; sus actos de corrupción; sus aprietes a la Justicia que se deja apretar; sus miradas esquivas a lo que hacen los intocables sindicalistas ricos, con trabajadores pobres; sus promesas mentirosas y podría seguir enumerando una extensa lista de trapisondas.

 

Frente a esta realidad, nosotros, el pueblo de a pie, debemos aprender a defendernos de tanta injusticia, de tantos políticos que hemos llevado al poder “porque son menos malos que los anteriores” o “porque roban, pero hacen”. Debemos poner un punto final a esto, debemos constituir una red que coopere de manera flexible, pero que saque de ella los mejores hombres y mujeres, alejados de los vicios en que han incurrido nuestros políticos en los últimos 39 años de pseudo democracia. Si no evolucionamos, el mundo nos encontrará -como señala Harari- “fisionando pedernales en lugar de átomos de uranio”.

Escribir comentario

Comentarios: 0