Preguntas

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

La memoria es lo que resiste al tiempo y a sus poderes de destrucción. Por eso espero con una esperanza demencial, que lo que nos ha venido ocurriendo como un todo en el plano político, económico y social, ayude a las generaciones que nos trasciendan -si es que antes no asumimos nuestra responsabilidad ciudadana- a revertir este proceso de decadencia en el que estamos sumidos.

 

¿Qué tanto más debemos caer? ¿Hasta cuándo seguiremos aguantando que las sanguijuelas nos sigan chupando la sangre y se nos rían en la cara? ¿Qué es eso de que cualquier imbécil que nunca ha trabajado más que de político, sugiera o quiera arrebatar alegremente el fruto del trabajo realizado con el sudor de la frente? ¿Qué es eso de que un vicepresidente condicione al titular del Poder Ejecutivo, que éste se comporte como un pelele y nosotros y los medios sigamos esta anormalidad como una novela? ¿Por qué hemos dejado que el gobierno lo sostenga una horda que siempre ha buscado el poder por el poder mismo, y nunca el bienestar del pueblo que dicen defender? ¿Por qué somos tan indulgentes con las tropelías que comete esta horda y severos con los errores admitidos por otros partidos o coaliciones opositoras? ¿Nos encanta que nos mientan en la cara? ¿Nos sentimos cómodos viviendo en la confusión y el caos? ¿Por qué el Poder Judicial vive en la marginalidad y siendo esclavo de los poderosos de turno, sin decidirse a luchar por el real objetivo de impartir justicia? ¿Qué es lo que nos frena como sociedad para buscar un nuevo destino? ¿No hay personas de bien en las instituciones de la República que tengan lo que hay que tener para diferenciarse de las mafias enquistadas en ellas?

 

Éstas y otras preguntas me dan vuelta por la cabeza sin encontrar más explicación que si bien existimos un gran puñado de ciudadanos dispuestos a ser protagonistas de un cambio profundo para alcanzar una verdadera República, nos superan en número los que sólo piensan en sobrevivir esperando al Mesías que los saque de la pobreza sin luchar; los que no se juegan por nada y sólo piensan egoístamente cómo continuar amasando su propio destino; los que desconfían o descreen de todo y no hacen nada; los que votan a los políticos que los siguen embromando, pues ya son víctimas del síndrome de Estocolmo. 

 

¿Hasta cuándo vamos a seguir así? ¿Mantendremos intacta la memoria? La saga continúa…

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