Las mil Malvinas olvidadas

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Pasan los años y el recuerdo de aquella locura nos invita siempre a reflexionar sobre lo ocurrido. No cabe en ninguna cabeza el enfrentamiento bélico, ese que por esos días seguimos “por tv” y en aquel entonces, nos tocó de cerca. Podremos pensar mil cosas y repudiar la colonización, pedirle de rodillas perdón a las madres de aquellos chicos que quedaron allá en las islas, darles mil subsidios –estos si que hay darlos-  y condecoraciones a los que tuvieron que ir a vivir el infierno de la guerra. Nada de esto puede ser dejado de lado, pero un pensamiento me aqueja hace tiempo y tiene mucho que ver, con nuestras Malvinas Argentinas.

 

Argentina hace años que dejó de ser un país federal. No se si fue la política y su enfermedad del poder y los votos, no se si fue la destrucción del interior productivo, con planes desde el estado que fueron derrumbando el empleo privado y la dignidad por el esfuerzo de la plata ganada con trabajo. Tal vez mucho tuvo que ver, el desguase de los ferrocarriles, o la idea de que está mal que exportemos, que es malo que el campo gane plata o que simplemente, las provincias deben someterse a lo que digan cien burócratas en la ciudad de La Plata, lo cierto es que hace muchos, pero muchísimos años, comenzamos a gestar miles de Malvinas en el interior.

 

Obvio que la hipocresía general no se atreverá a decir, que así como alguna vez abandonamos Malvinas, fuimos abandonando miles de islas en nuestro interior, las fuimos dejando sin oportunidades, no hicimos nada para que mucha gente que vivía en una estación, en un paraje, en un pueblo, no fuera colonizada por las grandes ciudades y la perversidad de aglutinar gente, para poder manejarla y peor aún, controlarla.

 

Así entonces quedaron los mismos caminos de tierra, que se habrán armado allá por la época colonial y otros que fueron forjándose al costado de las vías que recorrían nuestro territorio. La luz para todas esas “islas” nunca fue un servicio, ni soñar con otros, como el gas, la telefonía celular y mucho menos internet, todos esos “isleños” de nuestra tierra, siguen aún abandonados, esperando que tal vez algún colonizador los lleve a la ciudad. Sin ir más lejos, hemos tenido suerte en que muchos pueblos o parajes de frontera, no hayan sido tomados, el único motivo es porque están aquí dentro o porque tienen la cordillera al lado, pero el Estado Argentino, el pueblo Argentino, hace rato los olvidó, igual que a Malvinas, pero aún no se nos ha dado por rasgarnos las vestiduras diciendo que también son nuestros, solo por la hipocresía de tenerlos aquí cerca, pero cualquiera que haga un repaso, dirá de corrido por lo menos 20 pueblos, estaciones o parajes olvidados, desaparecidos, sin que nadie se preocupe porque allí, haya una bandera nacional flameando, hace mucho que para los gobiernos, dejaron de ser Argentinos, son simples pobladores, de ninguna manera se los categoriza como ciudadanos.

 

Por eso el dolor del recuerdo de Malvinas, nos lleva muchas veces a confundir el horror de nuestros chicos, la locura de nuestros militares gobernantes, el desprecio de nuestro propio pueblo aplaudiendo cuando se iban a la guerra, pero a Malvinas al igual que a nuestras miles de Malvinas del interior, se las abandonó hace mucho y con esto, no puedo despojar de culpa a invasores y colonizadores, pero quien primero desprecia y abandona, no es culpable, pero es muy responsable por lo ocurrido.

 

Hay miles y miles, cerca de la cordillera, en lo alto de la puna, allá al sur de faro del fin del mundo, en el Chaco, en toda la Patagonia en su extensión, está lleno, pero muy lleno de futuras Malvinas que no son de nadie, porque hemos decidido hace mucho tiempo, que no nos importan.

 

Hay un país enorme esperando ser poblado, ojalá algún día –que no sea tarde como en Malvinas – lo entendamos. Mis respetos para con nuestros héroes, mi repudio para con todo el sistema político, el de antes y el de ahora, por dejar que nuestro territorio, poco a poco, muera en vida.

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