Nefastas intenciones

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Un fantasma vuelve a rondar los sitios que ya visitó. Una neblina vuelve a cubrir el mismo manto de dudas que no por mucho tiempo pareció despejarse y hoy cae densamente sobre todo el sector agropecuario y con el, las dudas de cuál es el futuro en un momento delicado.

 

Está claro que la guerra que lanzó el presidente Alberto Fernández, en ningún momento fue contra la inflación, ya que no se habló de gasto público, no se mencionó el recalentamiento de la impresora oficial por no frenar de fabricar billetes, porque nunca se comentó nada acerca de ajustes del estado, quita impositiva y un verdadero plan para que esta economía ficticia y destruida, tenga algún tipo de signo vital que nos haga creer que esta vez, estaban dispuestos a salir. Nada de eso.

 

Por eso, la guerra se declaró con todas las letras: controles de precios, empresarios apretados, supermercados aleccionados, retenciones para arriba, un fideicomiso para subsidiar lo ya subsidiado y lo más crudo y contundente de una ideología falaz, perversa y dispuesta a ir por todo: la mentira contra el campo, esa que para muchísimos ciudadanos que desconocen que ocurre más allá de sus narices, solo ven camionetas cuatro por cuatro y gente que exporta en dólares –aunque le paguen pesos oficiales-, sin importar si esas camionetas son un instrumento de trabajo y mucho menos, sin interesarles que los dólares son para el gobierno y que no solo le descuentan los impuestos del resto, sino que además son castigados por ser simplemente productores con retenciones.  

 

Esa niebla que menciono al principio, comenzó a cubrir todo. Porque es la que primero llenará de dudas a quienes por estos días, pensaron en el trigo como una opción válida, por mercado, porque además llovió, porque cada campaña este noble cultivo nos sorprende y nos muestra que con tecnología, puede dar más y más. Porque había dejado de ser como en otros tiempos, un cultivo de rotación, porque además, Rusia y Ucrania están fuera de foco…imaginen a Brasil y Alemania fuera del mundial de fútbol y nosotros a pesar de haber clasificado, nos vamos a bajar. Esa es la imagen de la Argentina de hoy, eso es lo que nuestro gobierno hoy propone. Seamos lo más mediocres posibles, es increíble, peor no se puede.

 

Por eso es grave lo de Roberto Feletti, es muy grave. Por mentiroso, por distorsionador, por ser capaz de que la ideología, entierre el futuro, destruya un mercado, rompa una cadena de valor que estaba a punto de explotar a favor, para que hoy claramente se posicione en contra. Será muy difícil hoy convencer a muchos productores de hacer trigo, salvo aquellos, que ahora si –y los felicito si lo hacen- estén dispuestos a sembrar solo para especular, pero sin ningún ánimo de aportar ni un solo gramo a la cadena triguera nacional, no debería hacerse y está perfecto si no lo hacen. Salvo renuncia de Roberto Feletti y que alguien escarmiente desde lo político a Ricardo Moccero, ni un solo productor de trigo, debería sembrar un grano. Así de grave es lo que dijeron, así de falaz son sus discursos, llenos de odio, de mentira, de resentimiento, de mucha, -lo digo sin vergüenza- pero mucha mala leche.

 

Por eso el fantasma de un campo enojado ronda cada día más fuerte, porque lo buscan, porque parece que una y otra vez, uno de los pocos sectores que a partir de su producción, de su trabajo y de sus esfuerzos, podría sacar esto adelante y justamente por eso, debe ser castigado. Es ridículo, pero es real, es tal el grado de insensatez, que parece la única explicación. Te odio por capaz, te odio porque podes, te odio, porque representamos la patria que nosotros no queremos, ese parece ser el discurso de estos energúmenos dispuestos a llevarse el país por delante.

 

Ojalá que el campo no responda, porque sería darles una mano, sería sentarse a negociar con quienes realmente no quieren nada para el país. Por eso, la apatía, el sacar todo pie del acelerador posible, debería ser la única opción para esta gente. Sin embargo, el campo, sus productores, su gente, son tan, pero tan grandes, que una vez más, irán a hacer patria. Aunque los inmolen, aunque una vez más, pongan la mejilla que ya pusieron mil veces.

 

Esto no se trata de comunicación como muchas veces se autoinculpa el sector, o de cultura y tal vez, ni siquiera de ideología - y lo digo con todas las letras-: esto se trata de ser lisa y llanamente un mala leche. Y una vez, lo pagará el país, porque Dios no está para esto y la patria por aquí, jamás demanda.  

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