Sin piedad

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Llovió, pero no llovió en todos lados. Llovió pero no fue pasto, no fueron sorgos, ni choclos, ni porotos. Llovió y como en el caso de Patagones, la estadística dirá tarde o temprano que los 215 mm caídos, seguramente harán del 2022 un gran año, pero nada dirá que al venir de 185 mm en 2021, no habrá agua que compense los quebrantos ya sucedidos. Llovió, es cierto, pero una vez más, no fue para todos.

 

La sequía en nuestra región es estructural, en esta zona semiárida, los irregulares milimetrajes no siempre hacen justicia a lo sucedido en el campo: de hecho, en el 2021 el total de lluvias, superó el promedio anual por ejemplo para Bahía Blanca, sin embargo para muchos ganaderos, se parece mucho a lo del 2008-2009, porque en definitiva, el 2020 no fue un buen año y al juntarse las campañas lo que ocurre en los potreros, es devastador. Pero claro, el año pasado fue malo en otoño, malo en primavera y las lluvias llegaron en Noviembre y Diciembre, con un Enero impiadoso en temperaturas que dejó fuera de la cancha cualquier campo natural, verdeo de verano y posibilidades de reserva alguna.

 

No hay magia, todo lo que ocurre en el campo, es producto de la tecnología, el trabajo y el clima, el resto son solo factores que pueden acompañar, a veces como en la actualidad con un mercado que empuja y un gobierno en contra y a veces ni siquiera con mercado, pero todas variables que siempre terminan impactando, en caso de que la eficiencia no esté lo fina que debería.

 

Lo visto esta campaña en el caso del maíz ha sido contundente, pocas veces la temperatura pegó tan fuerte, dejando choclos fuera de carrera, en un cultivo donde tal vez, la tecnología sea lo más avanzado en materia de mejoras, sin embargo, cuando el clima aprieta, no hay manejo ni sapienza que alcance. En el mismo sentido, al gobierno solo lo preocupa que haya lo suficiente, que no se exporte, que llegue bien barato para el consumo de avícolas, criadores porcinos y feedloteros. La pregunta es? Por qué? Cuál sería el motivo para que un privado tenga que sostener las cuestiones internas de una economía fracasada, buscando siempre la vuelta para que los impuestos más impiadosos del planeta no le peguen de lleno a la rentabilidad de un privado? Cuál es la razón por la cual siempre el privado tiene que hacerse cargo de un estado que subsidia millones de improductivos y además, esa enorme carga estatal, debe sostenerla quien arriesga, quedándose afuera de valores internacionales y recibiendo pesos convertidos más retenciones? Patético, injusto, tirano, macabro, la definición que gusten, pero el rol del productor vs el rol del estado corrupto, ineficiente, dadivoso, es propio de una zaga de gánster, donde el villano nunca queda afuera de nada.

 

Llovió, es cierto, pero hay una ganadería zonal herida gravemente. Porque las preñeces ya están comprometidas, porque los terneros se destetaron antes o se vendieron antes, porque hubo vientres que hubo que adelantar y ya no están, porque el daño no será solo el que está a la vista, hay un daño estructural de stock, de reserva, de capital, que nada podrá compensar, ni siquiera la rimbombante línea crediticia del GanAr, al que seguramente los más perjudicados, difícilmente lleguen, ya que usualmente los créditos, tienen más requisitos clasificatorios, que el propio mundial de Qatar.

 

Por eso la sequía, no se corta con lluvias, aunque parezca un juego de palabras, no hay agua que cubra el daño ya ocurrido, porque nadie, absolutamente nadie en la política, entiende de qué se trata producir, del enorme riesgo que conlleva, de lo que se pone en juego en cada campaña, que solo se resume en impuestos, retenciones- que no son tributos, es confiscación – en persecución ideológica y en un sinfín de cuestiones que serán siempre incomprensibles, en un país que repetitivamente se hunde a sí mismo, nunca dispuesto a realizar el quiebre de pensamiento, creyendo y soñándose grande, pero para eso lo primero que debería hacer es dejar de echar culpas, ponerse a trabajar en serio y recostarse en el único y gran capital genuino que posee: el campo.

 

Soñar como dicen por ahí, no cuesta nada, pero al menos con lluvias, el sueño deja de ser una pesadilla, la que se vive eternamente con la política nacional agropecuaria.

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