La agenda 2022, una carrera de largo aliento

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Ya está el año está en marcha y la única flecha indicativa, muestra el camino hacia adelante, algo a lo que el sector agropecuario está acostumbrado a hacer, siempre unidireccionalmente con todos sus argumentos, más allá de lo que el gobierno de turno traiga entre manos.

 

El año que cerró dejó en claro de que el productor está más allá de la toma de decisiones de un gobierno que nunca encontró el rumbo en materia económica y que sus cuestiones ideológicas comienzan a tropezarse con sus propias necesidades, estas últimas, dependiendo casi exclusivamente de lo que el sector pueda generar en cuanto a divisas, inversiones y confianza, algo que empedernidamente el campo ha hecho por su cuenta.

 

El mayor ejemplo de este pensamiento lo dio la ganadería: allá en 2020 cuando decididamente la moneda nacional perdió todo valor y el dólar comenzó a separarse de la irrealidad impuesta por el banco central, “la ternero-moneda” fue el valor más preciado de todo aquel que de una forma u otra, siempre confió en “hacer patas”, más allá del Excel y de los números productivos. El resto es historia: a partir de aquel Julio 2020, el ternero perdió toda relación, no dejó de subir hasta los últimos días de este 2021 y promete con un stock en caída y mucha incertidumbre, que su carrera alcista tal vez, no haya dado por finalizada su escalada.

 

Esto claramente distorsionó el mercado, que sumado al manoseo de mercados exportadores abriendo, cerrando, con cupos, con declaraciones juradas y con un Ministro que solo da malas señales, lograron que la ganadería se divorcie del gobierno y tome su propio rumbo. Locura? Pasión? Desconfianza extrema? Irracionalidad? Visión de futuro? Cada uno que le ponga el nombre que quiera, pero la “ternero-moneda” es hoy un valor que no tiene parámetros, índices ni lógica y promete seguir en crecida durante todo el 2022.

 

Por el lado de la agricultura las cosas no han sido diferentes: a pesar de contar con la producción más importante de la historia en trigo, el gobierno ya ha hecho de las suyas, cerrando declaraciones juradas, hablando de acuerdos con molinos, etc, etc, mientras que el mercado promete ya para la siguiente campaña: desde hace unos días ya se cotiza trigo para las posiciones diciembre 2022 y enero 2023 que ofrecen valores que fluctúan alrededor de los US$220 por tonelada. Con esos números nadie seguramente va a recular un tranco, más allá de los números del fertilizante, de las amenazas del mercado y de lo que se cruce en el camino. Muchos productores envalentonados con un clima que jugó en contra este 2021, encontraron rindes y estabilidad inesperados, con manejos tecnológicos que cualquier farmer envidiaría, mostrando muñeca, conocimientos y otros fundamentos –explosión en crecimiento de hectáreas de trigos como el Hb4 que ya son una realidad instalada y válida- justamente, todas variables para seguir empujando y que las decisiones del gobierno, pasen a un segundo plano.

 

Todo el resto del mercado ya está en juego: la soja, fluctuando arriba de los 500U$, el girasol metiendo presión, el maíz siendo el caballito de batalla de unos cuantos y todo lo que se produzca, mostrando que ya no hay freno ideológico capaz de intervenirlo, sin que tarde o temprano haya una revolución desde el campo –y por qué no desde la ciudad sumándose – y diciéndole basta a tanto insensato que poco a poco, ya ni poder tiene, comenzando en primer lugar, por quien se sienta en el sillón de Rivadavia.

 

La revolución silenciosa ya está en marcha y una vez más comenzó en el campo: no se trata de piquetes, de paros, ni siquiera hay una bandera ideológica. Es el cansancio de muchos de ver cómo una y otra vez, un gobierno entregado y sin ideas no puede más contra la lógica. La lógica dije? Si, este país no tiene otro camino posible: producción, campo y exportación y el que no lo entienda, que se haga a un lado.

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