Ese "algo más" detrás de cada uno

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

El llamado al escenario impulsa el aplauso inmediato, el ejemplo es uno más de tantos, mientras que los “40 años de trayectoria” se reflejan en grandes letras sobre la pantalla que en pocos minutos tendrá un video de reconocimiento y las lágrimas propias y de varios de los que acompañaron su recorrido, son emotivas, dejan volar el tiempo y la imaginación, por todo lo vivido, lo compartido, las horas, el esfuerzo, la dedicación. La palabra “Gracias” resalta sobre el azul impreso y hay un sinfín de abrazos con “Claudio”, el casual protagonista de esta columna que tiene una sola finalidad: rescatar la importancia y la obligación de acostumbrarnos a decir gracias, esa palabra a veces olvidada y que tanto deberíamos traer hacia nuestras vidas y hacia quienes nos rodean.

 

Decímos “Gracias” todos los días? Lo hemos dicho hasta el cansancio, en un año más de pandemia, en cuarentenas eternas, en un mundo restringido, en negocios cerrados, en familias rotas, en seres queridos y amigos que tal vez no estén, somos privilegiados, primero por estar acá, por poder contarla, porque nos permitieron seguir adelante, el de arriba, el azar, la salud o quienes quieran poner como el responsable, lo cierto que justamente “Gracias” a eso, hoy es posible poder compartirlo. Como también lo somos quienes integramos el rubro agropecuario, es cierto, en un gobierno como el actual, en una Argentina destruida, sin economía y el listado que gusten, el campo siempre es “el pato de la boda”, pero sin embargo, “Gracias” a esta dichosa actividad, nunca dejamos de trabajar, nunca debimos encerrarnos del todo, nunca nos pararon. Aquí al menos, cabrá el “Gracias” a que somos necesarios, pero la palabra sigue ahí, siempre presente.

 

Cuántos campos y cuántas actividades deben parte de su éxito y por qué no, su existir, “Gracias” al esfuerzo de unos cuantos? Siempre hay un empleado que queda donde debe estar, siempre hay alguien que se suba al tractor, que recorra de a caballo, que cierre un molino, que junte la hacienda, que vacune, que revise, que nos asesore. Cuántas veces un Ingeniero nos salvó el lote, un Veterinario acudió a la cesárea, un contador nos recordó el vencimiento, un mecánico no nos dejó a pie, el comisionista nos trajo el pedido a tiempo, el jaulero nos hizo un viaje imprevisto, el cosechero nos priorizó por ser un viejo cliente, el gomero nos esperó después de horario, el corralón nos trajo el encargue, el puestero nos cubrió la guardia, el vecino nos salvó el viaje….y sí, es cierto, muchos de todos ellos cobraron por su trabajo, hicieron lo que deberían hacer porque para eso se les paga, para eso estudiaron, por eso están donde están, es el motivo por el cual tienen la herramienta y sin embargo, deberíamos decir “Gracias” igual, porque todos y cada uno de ellos, nos permitieron llegar hasta aquí, hicieron posible que este momento y este día, existe tal cual es, por eso la obligación de decir “Gracias”, es un acto motivador, es una recompensa no buscada, pero que necesariamente siempre debería estar, es la que nos invita a que nuevas oportunidades lleguen a nuestra vida, todas y cada una de ellas dependen de nuestra actitud, de cómo le decimos “Gracias” a las cosas simples.

 

Fue un año especial, diferente, como muchas veces sentimos cada vez que el año se va terminando, en esa constante necesidad de repasar, de saber dónde estamos parados, pero para eso, es fundamental entender que llegamos hasta aquí, porque debimos dar muchas de las “Gracias” que propongo.

 

Todos tenemos ese algo más para dar y se resume en la palabra pasión, capaz de suplir conocimiento, obligaciones, horarios, familia y sobre todo tiempo. Un fuego que existe y que generalmente hace a la diferencia. Vuelvo a pensar en “Claudio” y en sus 40 años de trabajo. Hechos por un sueldo, por su obligación, porque a eso se dedicó siempre. Seguramente habrá recibido muchos premios, reconocimientos monetarios, gracias a su trabajo viajó, conoció lugares, gente, paró en hoteles increíbles, degustó platos únicos. Pero nada de eso seguramente se habrá acercado al placer, la satisfacción, la emoción y la alegría de recibir un enorme, luminoso, multitudinario y sobre todo, expuesto hacia todos, “Muchas gracias”.

 

Es una fórmula a copiar, a repetir y a multiplicar, tal vez simplemente con eso, mejoremos mucho más lo que está por venir para nuestras vidas.

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