Hablemos sin saber

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

“Alguna vez araste un campo”, le pregunta el ganadero Jhon Dutton interpretado ni más ni menos que por Kevin Cosner a la manifestante vegana que cortaba la calle. El principal protagonista de Yellowstone, la mira fijamente y le dispara, “cuando aras un campo para sembrar quinoa, sorgo, o lo que sea que ustedes comen, matas todo en el suelo y por debajo, cada serpiente, rana, ratón, topo, laucha, gusano, codorniz. Matas todo. Así que la verdadera pregunta es esta: que tan lindo debe ser un animal antes de que les importa si muere para alimentarlos?” dejando en claro, que a la hora de muchas explicaciones en las exigencias de veganos, ambientalistas, ecologistas, hay mucho de simpatía, mito y sobre todo, desconocimiento absoluto.

 

Hablemos sin saber, es la gran especialidad de los Argentinos, más aún cuando se trata del campo, todos opinan, todos son especialistas, más aún aquellos que con la sola idea de ir “contra de”, son capaces de todo, por eso el video que anda dando vueltas sobre los mal llamados “agrotóxicos”, solo muestra un puñado de fanáticos políticos –ni siquiera ambientales – haciendo lo único que saben hacer bien: actuar, porque justamente nada hay de cierto en todo lo expresado en el video en cuestión.

 

Me gustaría que vengan al campo, es lo primero que cualquier persona que pretenda dar un mensaje serio y real, debe hacer. Que venga, que mire, que observe, que sienta, pero principalmente, que aprenda, así no se consagra de ignorante manifiesto. Lo primero que va a ver, es un montón de vida. Si casualmente anda por nuestra zona, va encontrar trigales, y si se apura, alguna buena cebada también. Cómo es posible que un producto envenenado tenga tanta vida? Van a ver granos y a la pasada, si se meten bien profundo en el sudoeste, van a encontrar varias libres que corren. Todas vivas, todas sanas. Corren porque está plagado de zorros, jamás se vio tantos, les diría que son casi plaga porque la definición de la misma, es la de aquella especie que está claramente en desequilibrio con su ambiente y su exceso de población, pone en riesgo su factor más importante: el alimenticio. Caramba, como hacen con tanto agrotóxico para sobrepoblarse?

 

De acuerdo al paisaje se van a encontrar olivillos, alpatacos, chañares, que si bien es cierto algunos fueron sacados para hacer agricultura, están ahí, intactos hace cien años, con un potrero al lado, lleno de supuestos agrotóxicos. Habrá largas filas de eucaliptus en la entrada pasando la tranquera, mientras que a lo lejos la bandada de ñandúes pastará mansa en una avena con grano. Cierto, agrotóxicos, me fui por las ramas, vi tanta vida, tanta naturaleza sana, intacta y cada vez más abundante, que todavía me causa gracia que el mensaje sea de muerte. Esa misma muerte que estos ignorantes desde un estudio de Tv, viven todos los días, con contaminación real, con contaminación ruidosa, con efluentes de todo tipo, con aerosoles, con amianto que sale de luces del estudio que los alumbra, porque créanme, si todos nos hiciéramos un escaneo de metales, minerales, fitosanitarios y otros, todos tendríamos alguna “traza” de algo. Porque justamente, existen parámetros donde las trazas no son claramente identificables y si las hubiera (sigo? Plomo, arsénico, etc, que tenemos en muchas de las aguas que bebemos), tener glifosato, es casi una curiosidad, para los cientos de productos tóxicos en serio que podríamos encontrar.

 

Nadie niega que como en todos lados, hay gente que hace mal las cosas, nunca falta un idiota que con un mosquito, pulveriza en día, horario y lugar equivocado. Hay que caerle con todo, destrozarlo, pero no por uno, tienen que pagar cientos de profesionales, que saben lo que hacen. O acaso 100 aspirinas no causan la muerte, y nadie llama por su nombre a los “quimioterápicos” –así se denominan los medicamentos- pero claro, a los ignorantes les sabría a quimioterapia, a cáncer, entonces mejor, la medicina los llama remedios, porque suena a cura. No te matan ni te enferman los productos, lo que lo hacen son las dosis.

 

A todos nos gusta la agroecología, el término de por si suena bien. Pero quien primero debería propiciarla, es el estado. Con beneficios impositivos por cuidado del suelo y el ambiente, destinando por ejemplo, las multimillonarias retenciones que confisca, haciendo que los productores, tengan que bajar su carrera casi armamentista, para poder sobrevivir a un estado que realmente es tóxico. Que no controla, que no beneficia la cobertura verde (en Uruguay es obligatoria, pero claro, en el país vecino no solo no hay retenciones, cobrás en dólares billetes y no como acá, donde el estado también se queda con el tipo de cambio). Sacales el pie de encima y quédate tranquilo, por quinientos kilos mas o quinientos menos, te dejo todo el trigo con roya, ni me preocupo. Pero no, el estado, quiere todo.

 

Por eso la próxima vez que quieras hablar del campo, andá al campo. Respirá, sacate todo lo tóxico que traes de la ciudad, sobre todo de tu triste ideología de creer sin mirar. Tal vez aprendas algo, que existe un solo agrotóxico que nos mata día tras día, y no hay nada más agrotóxico, que un país que cultiva la cultura del odio al campo. Aprendé antes de hablar, todavía estás a tiempo.

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