La tilinguería al poder

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de de Campo

No sé a ustedes, pero a mí me parece que hace mucho que pasaron las elecciones de medio tiempo. No sé si es desesperante que la semana haya pasado volando o que el país siga en caída libre y los políticos desvaríen y comiencen a medirse el traje para el 2023 o para ver quién la tiene más larga dentro de las coaliciones sin haber asumido a las bancas por las cuales pujaron. Tampoco va a la saga la coalición gobernante que perdió las elecciones y dice que ganó. Bueno, de versos y de relatos fantasiosos podrían ser postulados al Premio Nobel de Literatura.

 

Hace una semana que pasaron las elecciones de medio tiempo y los políticos se olvidaron rápidamente de que no son dueños de esos votos y que los que votamos como votamos lo hicimos dándoles en alquiler el sillón y el despacho desde donde deberán legislar -es decir, trabajar para hacer realidad las promesas de campaña y atender las necesidades económicas, sociales y culturales del pueblo-, ya sea en el Concejo Deliberante o en las Cámaras de Diputados y Senadores de la Provincia y de la Nación.

 

Asimismo, todos aquellos que teníamos una vehemente certeza de que estamos gobernados por tilingos, ahora lo reafirmamos. El tilingo es de cabeza muy modesta, aunque él está convencido de que es un genio, y eso nos seguirá trayendo más decadencia y más problemas. Eso nos afecta y mucho, porque todos vamos a terminar forzosa y desdichadamente -y ya lo hemos hecho antes- levantando los documentos impagos que produce la tilinguería en su paso por los gobiernos.

 

Pero los tilingos no son sólo patrimonio del oficialismo. También los hay en las filas de la oposición, y hay que empezar a distinguirlos. Hay muchos tilingos disfrazados de políticos a los que se les atribuyen aptitudes sobresalientes y que, si les dejamos las manos libres, podrían ser los autores de las mayores barrabasadas. Como decía el domingo pasado, no hay Carmelitas descalzas o San Franciscos de Asís en el oficialismo y en la oposición, salvo honrosas excepciones en las que encontramos dirigentes que tienen desarrollada al máximo la inteligencia, la voluntad y la prudencia. Esos mismos son los que bajan de sus recintos para mezclarse con el pueblo, dialogan, abren la mente a lo que le dicen sus interlocutores, investigan, legislan con sabiduría y ecuanimidad, y no se prestan a las extorsiones y/o delirios de los tilingos.

 

No tengamos duda. El eje del mal que nos aqueja, el verdadero huevo de la serpiente de la mala política consiste en que existen demasiados tilingos en plena y vertiginosa actividad.

Escribir comentario

Comentarios: 0