Hacer de alfareros

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Días atrás leí un interesante artículo de Sergio Sinay, donde referenciaba al filósofo Karl Popper, que en el ensayo “Libertad y responsabilidad intelectual” veía al día de los comicios como aquel en que “llevamos a los tribunales de justicia al gobierno, el día en que este debe responder”. Y agregaba el escritor y periodista argentino que Popper creía que esa idea debería ser inculcada desde la escuela primaria, “junto a otra esencial: que la función básica de la democracia es evitar la dictadura”.

 

Esta reflexión me pareció importante para continuar con el tema de la democracia que inicié el domingo pasado; algo que nos atañe a los argentinos y más en el día de la fecha, en que elegimos a nuestros representantes para el Congreso de la Nación.

 

El profesor y reconocido hombre del Derecho Constitucional, René Balestra, nos recuerda que “la idea democrática nació para permitir que el común tuviera participación en la administración de sus propios asuntos y para posibilitar que esos gestores de la cosa pública lo hicieran de tal forma que todos pudieran ascender en dignidad. Escindir, separar la idea del mejoramiento ético es herir de muerte su razón de ser. Porque la democracia es un contenido que sólo puede vivir en un continente adecuado, o condenarse a morir”.

 

Más allá del resultado de la elección, los argentinos no podemos olvidar que los comicios sirven de evaluar gestiones y llevar a la casa de la representatividad mujeres y hombres probos, dispuestos escuchar al pueblo y obrar en consecuencia, buscando consensos con una mirada superadora y encontrando soluciones ecuánimes.

 

Es muy cierto que en el Congreso hay palomas y halcones, pero unos y otros deben -de una vez por todas- comenzar a mirar el bien común y desechar todo enfrentamiento que no lleve a una respuesta real, precisa, concreta para quienes representan.

 

Para hacer realidad este pedido de millones de argentinos quizás habría que abrevar en uno de los relatos que nos deja el periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano, quien escribió:

 

"A orillas de otro mar, un alfarero se retira en sus años tardíos. Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición, entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia.

 

“Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos y los incorpora a su arcilla".

 

Este relato de Galeano nos da pie para pedir a los que se marchen del Congreso o los que aún mantengan su lugar y sean veteranos, ofrezcan su mejor obra a los que ingresan, para que éstos la puedan incorporar a sus propias iniciativas y, juntos, lograr amasar otro futuro para nuestra querida Nación.

 

¡No son momentos de egoísmos! ¡No son momentos de esgrimir nuestras hormonas sino cómo utilizaremos todos nuestras mejores neuronas!!!

Escribir comentario

Comentarios: 0