Democracia

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Los seres humanos enfrentaron siempre la necesidad de organizar la vida en común y, a través del tiempo, lo hicieron de diversos modos. Uno de estos sistemas es la Democracia.

 

El significado etimológico de la palabra democracia es “poder del pueblo”, aunque Abraham Lincoln le encontró una expresión más simple y a la vez completa al señalar que es “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.

 

Sin embargo, para el pedagogo, psicólogo y filósofo estadounidense John Dewey, “la democracia es más que una forma de gobierno; es primariamente un modo de vivir asociado, de experiencia comunicada juntamente. La extensión en el espacio del número de individuos que participan en un interés, de modo que cada uno ha de referir su propia acción a los demás y considerar la acción de los demás para dar pauta y dirección a la propia, equivale a la supresión de aquellas barreras de clase, raza y territorio nacional que impiden que el hombre perciba la plena significación de su actividad”.

 

Cuando estamos exactamente a una semana de los comicios de medio tiempo, para elegir a diputados y senadores, advertimos en los pocos debates que se han dado previamente que algunos que aspiran a quedarse y/o incorporarse a las filas de las dos Honorables Cámaras, están lejos de interpretar el sentir de dos referentes de la democracia como Lincoln y Dewey. Es más, algunos hasta deben desconocer de quiénes estamos haciendo referencia. Esto nos pone en alerta, porque difícilmente su objetivo de algunos de ellos sea gobernar “por y para el pueblo” o ver en la democracia “un modo de vivir asociado”, teniendo en cuenta lo que piensan y opinan sus representados. Sus acciones ponen en evidencia la distancia que ponen entre ellos y el pueblo: vacunagate, fiestas en plena cuarentena y mientras miles morían solos en los hospitales, corrupción y libertad a los corruptos y ladrones por la mano de jueces amigos, el asesinato de un fiscal de la Nación, y la lista es enormemente larga.

 

Salvo honradas excepciones, en los partidos en general y en el oficialismo en particular, no abundan las “Carmelitas descalzas” o los “San Francisco de Asís”. De hecho, en el Congreso aún no ha podido ser aprobado el proyecto de Ley de Ficha Limpia. Parece que hay muchos que tienen la colita sucia y/o le deben a cada santo una vela.

 

En fin, lo importante es que cuando el domingo depositemos el voto en la urna lo hagamos a conciencia, sin estar condicionados por el “Plan Platita” o el colchón o las chapas que nos hayan ofrecido, entre muchas otras promesas que quedarán girando en el aire. Para eso el voto es secreto y no hay puntero que valga. Recordemos que la Democracia “es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, y hay que hacerla valer para que nuestras vidas respiren el valor de la dignidad.

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