La convicción del antihéroe

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Siempre existen videos virales, esos que trascienden las fronteras de los simples contactos, que logran meterse de una manera u otra, en una importante facción de una sociedad, siempre claro dependiendo de qué transmiten, de cuál es el destinatario y no siempre pueden ser utilizados con el fin que pretendemos, el límite, es justamente a quién realmente toca en sus fibras.

 

Por eso muchas veces nos llegan esos videos movilizadores, con relatos pomposos, con explicaciones por ejemplo de lo que el campo hace o es capaz de hacer, con música que nos moviliza, nos emociona, a muchos hasta tal vez les robe una lágrima, una sonrisa, sentimientos que desnudan esas cosas que uno querría gritar, que nos permita decirles al mundo, “ey, acá estamos, somos nosotros, entendenos, respetanos, querenos, y sobre toda las cosas, escuchanos!!”. Sin embargo, esa sociedad, no hará absolutamente nada de lo pretendido. A pesar de que quizás y con muchísima suerte, el video llegue a algún canal importante, o vía teléfono hasta alguna población impensada, pero el mensaje, el verdadero efecto que pretendemos, no será visto ni por asomo.

 

El productor Argentino se ha convertido en el clásico antihéroe, tal como lo indica su definición, “no corresponde al héroe tradicional, posee los defectos de la gente común, podrá hacer acciones juzgadas como heroicas, pero con métodos e intenciones o motivos, que no lo son”. Por eso, el levantarse temprano, la cosechadora monstruosa, el campo de trigo, los mejores bifes y toda la parafernalia de cuestiones supuestamente emocionantes que deberíamos provocar, pasan sin pena ni gloria, sobre todo para una población, que fue enseñada, fue motivada, se le dijo en mil discursos, se la adoctrinó de muchísimas maneras, a que el campo es avaro, es mezquino, especula, contamina, destruye el medio ambiente, etc, etc, etc y sobre todo, con el fin de exportar, pretende matar al pueblo de hambre. Exagerado o no, dudo que sea muy diferente el pensamiento de muchos.

 

Ejemplos sobran, por estos días donde supuestamente habrá que explicar, que las millones y millones de hectáreas de agricultura, pasturas, campos naturales, praderas, verdeos y otros, son menos contaminantes que el polo petroquímico, o que los millones de vehículos que emiten gases y que la vaca no es más peligrosa que una usina atómica e inclusive una oveja, no es tan dañina como los barros industriales. Parece joda no? Bueno, no lo es.

 

Por eso también, duele mucho el “fuego amigo”, ese que por ejemplo en la defensa de una cadena comercial como la del trigo –que es cierto, debemos cuidar, debemos seguir impulsando, exportando, etc- no podemos convertirla en un bombardeo mediático, cuando el mayor porcentaje de la población que no está informada acerca de cuestiones productivas, tendrá los “pelos parados” al escuchar la palabra transgénicos y rápidamente repudiará todo lo que tenga que ver con ese origen, cuando día tras día, la misma población, consume hace años soja transgénica, maíz transgénico y cuanto se les ocurra, porque hay una clara desinformación –alguna por poca y otra por mal intencionada – acerca de qué significa la transgenie, sobre todo cuando hablamos en criollo, de modificar con un gen de otro cultivo y otorgarle capacidades para soportar sequía, enfermedades, etc. y claramente, muchísimos cultivos tienen esa propiedad. Pero claro, a veces el fuego amigo, destruye más que el enemigo.

 

Volvemos a lo mismo: hay un lobby constante contra un sector que no es ni mejor ni peor que otros, cuando claramente, gran parte de la verdura, fruta, etc, consumida a diario, es producida muchas veces en quintas sin ningún tipo de control, con aplicaciones que nadie sabe a ciencia cierta como fueron, o con el auge de carnes de laboratorio donde absolutamente todo es fuente de productos sintéticos y donde nos quejamos porque un alfajor podrá tener una harina de trigo mezclada con el girasol, pero no reparamos demasiado si la botellita plástica que usamos a diario para tomar agua, tiene componentes que con el tiempo se degradan y no existen demasiados estudios para ver si ese polipropileno es un millón de veces más cancerígeno que el glifosato tomado en sorbos.

 

Definitivamente en mi opinión, el campo cumple a la perfección el rol del antihéroe y debe de una vez por todas, dejar de pedir disculpas por todo, debe dejar el discurso de “comunicamos mal o no sabemos comunicar” porque la comunicación que es negada, repudiada y sobre todo, fomentada por el estado de manera contraria, difícilmente será revertida con un spot publicitario y un video emocionante. Solamente existe una respuesta, más profunda y terriblemente más dificultosa: es necesario un cambio cultural, ese que debería llegar de arriba hacia abajo y que a diario, se viene perdiendo por amplio margen. Revertirlo, debería ser la única obsesión y para eso, habrá que cambiar generaciones enteras con educación, con política, con muchísimo pero muchísimo trabajo en la trinchera.

 

Pero sin dudas, para todo eso, dejar de autoenculparse, sería el primer paso. Por ahora, seguimos sintiendo, que la culpa es nuestra y bajo ese formato de supuestos héroes, los villanos se quedan con la gloria.

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