Sarmiento, paso a paso

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Estamos transitando un domingo especial. Se trata de un domingo de PASO y para transitarlo al paso. De allí que mis actividades domingueras, además de “Mañanas de Campo”, tendrán mi atención de concurrir a votar a los candidatos menos malos y, luego, todo se resumirá en darle un beso a mi esposa, agradecer el almuerzo, y dormir la siesta con alguna serie de Netflix que oficie de Morfeo. Como verán, intentaré que el domingo pase a mi paso y no al paso de los candidatos políticos y mucho menos de los que a las seis de la tarde intenten volver locos a propios y a extraños con sus elucubraciones y pronósticos antes de que comiencen a aparecer los resultados del escrutinio.

 

Dicho esto, me voy a centrar en la efeméride de ayer, 11 de septiembre, día en que se celebró a los Maestros (con mayúsculas), en homenaje a aquel “sanjuanino alborotador” que gritó, gestionó e hizo de “la Patria una gran escuela”.

 

Sí, estoy refiriéndome a Domingo Faustino Sarmiento, otro prócer que fue y sigue siendo criticado por algunos, al hacer mucho por la educación y ser combativo de algunos encumbrados caudillos que tenían su vida resuelta sin importarle el pueblo, a la vez que de la montonera que infectaba a la naciente nación desde 1820, y sin más aporte que muertes y degradación.

 

Conoció el Viejo Continente a mediados del siglo XIX, recorrió sus aldeas y ciudades, percibiendo los vientos de cambio de la denominada Revolución Industrial, aunque se sintió decepcionado por sus consecuencias sociales. Sin embargo, en Londres, encontró unos escritos del pedagogo estadounidense Horace Mann, un reformador que había aplicado en las escuelas públicas de su país las nuevas teorías pedagógicas del suizo Pestalozzi.

 

Entonces, no dudó viajar a los Estados Unidos, donde recorrió veintiún estados y una parte de Canadá, viajando en trenes, diligencias y barcos. Deslumbrado, escribió: “Veinte millones de habitantes, todos educados, leyendo, escribiendo y gozando de derechos políticos”.

 

Esta experiencia la proyecta sobre la problemática argentina y se da cuenta de que “el país necesita maestros para que su futuro no sea estrangulado por la ignorancia”. Y cuando en 1868 es elegido presidente de la Nación, estando aún de viaje por América del Norte, sus contactos con educadores de Boston lo impulsan, un año después a contratar las primeras maestras estadounidenses, para trabajar en escuelas normales del interior de nuestro país y, en ocasiones, para fundarlas. Entre 1869 y 1898 el gobierno argentino contrató en total 61 maestras norteamericanas. Hay un libro que recomiendo leer, escrito por Laura Ramos, denominado “Las Señoritas”, que no es más que la historia de estas maestras que Sarmiento trajo a la Argentina en el siglo XIX.

 

Mientras que en nuestro país seguimos criticando a un “hacedor”, en la ciudad de Boston, en los Estados Unidos, Sarmiento tiene un monumento que fue inaugurado el 21 de mayo de 1973. En 1976, el entonces gobernador de Massachusetts, Michael Dukakis, hizo especial referencia al monumento al instituir en ese Estado norteamericano el 11 de septiembre -fecha del fallecimiento de Sarmiento- como Día del Maestro.

 

Hoy es un día de reflexión ciudadana, porque debemos sufragar. En el cuarto oscuro pensemos en Domingo Faustino Sarmiento. Seguramente aclararemos el pensamiento, para que este domingo no sea una jornada de PASO…

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