En el mismo lugar, en el mismo abismo

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Miro hacia adelante y la escena me parece repetida: pensar en qué voy a votar en unos días, me pone en un lugar incómodo, poco deseable, triste y sin ánimos, cuando en una supuesta democracia, debería ser un festejo, un momento de esperanzas, de sueños, de ilusiones, de poder creer que estamos, queremos y vivimos en un país mejor que ayer. Nada, la realidad, guste a quien le guste, fanático de lo que fuere, nos muestra lisa y llanamente en el abismo.

 

Lo primero que voy a decir, es para sacar del juego a todos aquellos, cuya neblina mental los lleva a repetir la misma estupidez cada vez que alguien, tiene la osadía de querer reflejar una realidad, que como buenos negacionistas son incapaces de ver. No me gustó, no lo votaría y no me parece una buena opción para el país, hablo de Macri y no tengo reparos en decirlo. Razones, muchísimas, lo cierto está, que quien pretenda cancelar mis ideas por ese lado, se acabó el argumento, busque por otro sitio.

 

A continuación el único repaso posible que puedo hacerle a mis dudas, es como hago siempre, preguntarme en qué país quiero vivir y en cual no querría por todo el oro del mundo y tal vez allí, quienes viven hablando de la existencia de una grieta, entiendan que la grieta no la fomenta nadie, no la genera nadie, la grieta nace justamente en las acciones que nos separan en el nacimiento de dicha pregunta: “en qué país queres vivir”.

 

No quiero vivir en un país con mentiras, donde una y otra vez, se justifique lo injustificable, cuando escucho a uno de los principales Ministros del gobierno, decir livianamente, “que no existe un cepo a la exportación”. Bueno, hay un decreto, hay una publicación oficial y hay un límite para exportar. Mentira, como la del presidente, cuando nos mintió a todos en la cara, nos acusó, nos ajustició, mientras que el hacía lo contrario a lo que obligaba. Mentira, mentiroso, impresentable.

 

No quiero vivir en un país, donde tengamos que destruir un sector, para mostrarle a tus propios seguidores (el resto ya no lo cree), que bajaste el precio de la carne, sin importar miles de ganaderos, miles de operarios de frigoríficos, acuerdos internacionales, fleteros, carniceros, nada, lisa y llanamente, no te importa nada, en pos de los votos. Patético, repudiable, jamás querría que me gobierne gente de esa calaña.

 

No quiero en un país donde se “garche”, no me interesa, porque el goce, el placer y sobre todo, ciertas cuestiones personales, me gusta mantenerlas en un nivel cultural y educativo, que no sea denigrado por quienes deben dar el ejemplo, donde cada uno de los que habla, hable cada vez peor, inventando palabras femeninas y generando verdaderas aberraciones del lenguaje, para que cuatro idiotas aplaudan, creyendo que con eso, son inclusivos o abiertos socialmente. Ser inclusivos es otra cosa, integrar a toda la sociedad, no pasa por hablar en femenino inventando palabras, ni tampoco garchando, porque así han logrado, que una parte de la sociedad, se denigre hasta tal punto, que tener hijos parezca una carrera, para cobrar nuevos subsidios. Si eso es inclusivo, yo estoy afuera.

 

No voy a hablar de salud, los muertos, los contagiados, la paupérrima toma de decisiones en cuanto al desmanejo de la pandemia, el negocio ideológico de las vacunas y todo el desastre realizado, hablan por si mismos, no hace falta que diga absolutamente nada.

 

Por eso la tristeza, no porque no tenga claro que quiero para mi país, sino porque tengo demasiado claro, que es lo que no quiero y está muy pero muy claro, que prácticamente nada de lo que me ofrecen estos políticos de turno, me atrae en absoluto.

 

Para mí el próximo domingo, es casi un día de luto, porque en el, estamos velando una democracia que se presenta cada vez más muerta. Enterrada en un sistema electoral arcaico, en listas sabanas prehistóricas y en una credibilidad política sin propuestas y sin ideas. Creánme, el próximo domingo, parafraseando a los Cadillacs – al menos para mi-, no hay nada que festejar.

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