Vientos de agosto

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

El viento persistente de este mes de agosto tiene algo mágico para mí. Será porque trae y, a la vez, se lleva algunos recuerdos que se vienen atesorando en un rincón de nuestro cerebro, aunque bombeado con fuerza por el corazón.

 

No sé por qué, pero llega agosto y me transporto a aquellos momentos de mi infancia donde el barrilete simbolizaba la magia de transformar cañas, papel, engrudo y pedazos de telas viejas en un artefacto que podía elevarse del suelo y mantenerse flotando en el aire, ayudado por los vientos de este mes del año en que las corrientes se liberan con más energía.

 

Y allá me veo en el tiempo, junto a mis hermanos, sosteniendo fuerte el piolín que nos une a una gran estrella construida en forma colaborativa, y donde mi papá era el director de obra, y mi mamá iniciaba uno de los pequeños lapsos en que disfrutaba de la armonía de nosotros. Cada uno tenía una parte asignada en esta construcción colectiva, sin gritos, sin las clásicas peleas de hermanos y gozando de la compañía de un padre cuyo trabajo lo tenía alejado por días en algún lugar del centro de la provincia de Buenos Aires.

 

Agosto, con sus fuertes vientos, también se lleva algunos recuerdos que ya no deben tener cabida en nuestro interior. Hay que dejarlos volar, para no sentirnos atados a ellos. Ya pasaron. Ya son historia. No vale la pena retenerlos porque la vida transcurre y no hay que ofrecer resistencia al fracaso, al amor que no pudo ser o a aquellos proyectos que se frustraron antes de empezar. Son etapas, experiencias, vestigios que nos permitieron crecer y evolucionar.

 

Asimismo, agosto con sus vientos me trae la imaginaria esperanza de que se lleve algunas cosas que nos hacen mal como país, por ejemplo, el lenguaje “inclusivo”, una grosería que degrada la acción y el sentimiento de inclusión y a nuestro bello idioma español o castellano. Tampoco soslayo mis ansias de que un fuerte ventarrón haga volar de una vez por todas a esta maldita pandemia, que no sólo ha enlutado a millones de hogares en el mundo sino también, ha traído delirio de poder a algunos gobernantes, especialmente en nuestro país, haciendo realidad eso de “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. Lo mismo espero para los ladrones, corruptos, incapaces e indeseables políticos y funcionarios públicos que hasta ahora han vivido colgados de la teta del Estado.

 

En fin, agosto y sus vientos me seguirá trayendo hermosos recuerdos, me harán alejar experiencias o momentos personales negativos que estaban pegados y molestando, y continuarán haciéndome imaginar otros, que al igual que un barrilete sin cola, deberían terminar estrellados.

Escribir comentario

Comentarios: 0