Lo que es de todos no es de nadie

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Hace más de 2.400 años, un tal Aristóteles escribió: “Lo que es de todos no es de nadie”; sin embargo, en nuestro país los gobiernos peronistas y muy especialmente su cepa más temible, el kirchnerismo, poseen un pragmatismo depredatorio, y la han cambiado por: “Lo que es de todos es solamente mío”.

 

Desde el advenimiento de esta nueva etapa de la democracia y con la llegada de Menem al poder con su consabida frase: “La Ferrari es mía”, sin advertir que no existen regalos puntuales a quienes son inquilinos del poder, sino que esos obsequios pertenecen al Estado; todo lo que vino después forma parte del deber ser de líderes que, representando a un partido lleno de “ismos”, sólo han utilizado el poder para adueñarse y disponer de lo que es patrimonio de todos en su propio favor.

 

Veamos un ejemplo concreto. Cuando llegaron las vacunas contra el Covid, también llegó el Covid-Gate, donde los más altos dignatarios del kirchnerismo y cristinismo se vacunaron primero junto a sus familiares, y también hicieron extensivo el servicio a muchos de sus seguidores y a algunas amantes que frecuentaban. ¿El resto? Teníamos que esperar el turno. Algunos llegamos a la primera dosis de la Sputnik V y seguimos participando; mientras que unos pocos fueron inoculados con la segunda. Les faltó decir: “La vacuna es mía, mía”, aunque en los hechos lo corroboraron.

 

Asimismo, están utilizando la vacunación para uso político propio, y si no, lean con atención la misiva que envió la asesora presidencial, Cecilia Nicolini, al Instituto Gamaleya. También en ese mail se sincera -a la vez que el Gobierno vuelve a pegarse un tiro en el pie- señalando que “nosotros respondimos siempre haciendo lo posible para que la Sputnik V sea el mayor éxito, pero Ustedes nos están dejando con muy pocas opciones para continuar peleando por Ustedes y por este proyecto”. Esto advierte el juego de geopolítica ideológica que se está haciendo con las vacunas, sin importar un bledo lo que le pasa al ciudadano de a pie que espera ansiosamente la segunda dosis, y mucho menos los más de 103.000 fallecidos.

 

Esta ambición depredatoria hace que este tipo de gobiernos se transforme en una figura autoritaria, corrupta, incompetente, nepotista y clientelar. Creen que la Constitución es algo ilegal y una barrera a sus apetencias para saquear, despojar, rapiñar, malversar y abusar. Ven en la mayoría de los votos con que han llegado al poder una patente de corso.

 

Se refugian en palabras como “inclusión”, “reforma”, “reconstrucción”, “cuidado de la mesa de los argentinos”, “facho”, “oligarca”, “desigualdad”, “pobreza”, y tantas otras, pero solo para confirmar aquello de “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

 

No sé que nos pasa a los argentinos. Cuando todo esto que comenté se ha insinuado en otro tipo de Gobierno, no lo perdonamos. Sin embargo, como advierte un filósofo de actualidad, al Peronismo y su variante más peligrosa como la actual, se le perdona todo porque se lo considera como una “religión”, donde se adora al caudillo y al lema que sólo utilizan los sumo sacerdotes de tal dogma: “Lo que es de todos es solamente mío”, y nosotros, para colmo, se lo otorgamos con una reverencia y sin chistar.

 

¿No observamos cómo todo se va cayendo a nuestro alrededor? ¿No advertimos que el haber profesado esta “religión” desde hace 70 años nos ha traído más pobreza y más decadencia? ¿Qué estamos esperando para reaccionar? ¿Por qué calla el Poder Judicial ante tamaño atropello a la Constitución?

 

Por si no lo saben, la República Argentina tiene una Constitución. Esa Constitución establece que la ley debe subordinar al poder político y no el poder político a la ley. Hoy, la ley está jaqueada por el poder político de esta manga de inútiles y corruptos y, en la medida que siga ocurriendo, deja de ser una referente en la construcción de civismo.

 

Insisto en algo que vengo señalando desde hace mucho: nos queda poco tiempo para revertir el proceso. ¿Será mucho pedir volver a lo que Aristóteles reclama desde la antigüedad y que podamos hacer realidad eso de que “lo que es de todos no es de nadie”?

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