Padres de la Patria y de la Vida

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

En la jornada de hoy coinciden dos fechas emblemáticas. Una, el Día de la Bandera, homenajeando a su creador, Manuel Belgrano, que fue un grande sin pretenderlo y encontró la gloria sin buscarla, en el camino del deber.

 

La otra, el Día del Padre, que según se conoce, fue instituido en 1958 por el Consejo Nacional de Educación el 24 de agosto en honor al General José de San Martín, considerado el “Padre de la Patria”, ya que esa fue la fecha del nacimiento de su hija, Merceditas, en 1816. Sin embargo, pocos años después, ya en la década del ’60, ese día se pasó al tercer domingo de junio, según se dice, porque eran pocas las veces que la fecha original coincidía con un domingo. En fin, cosa de argentos consumistas…

 

Hoy, podemos decir, que envueltos en la misma bandera celeste y blanca, recordamos a otro “Padre Fundador” de nuestra patria y también a nuestros papás, a los de sangre, pero también a aquellos que en distintos momentos de nuestras vidas han ejercido por propia voluntad, con un inmenso amor, ese rol de manera desinteresada, aunque con el fin de guiarnos rectamente en el camino de la verdad, de la honestidad, de la civilidad.

 

Además de mi siempre recordado Papá José –“Titín”, para sus amigos; o “Pepe”, para mis hijos-, también tengo que señalar que a lo largo de mi existencia de 65 años he sido bendecido por la guía de otros hombres a quien sigo considerando Papás del corazón, de la vida.

 

Todos han y siguen ejerciendo una fuerte presencia en mí. Todos, de alguna forma, jalonaron, marcaron, alumbraron el sendero por el que debía transitar, con sus defectos y con sus virtudes. Nadie es perfecto y yo, muchísimo menos.

 

De ellos aprendí la importancia de la humildad y de buscar siempre la verdad, aunque duela. También, de no eludir los obstáculos, aunque nos hagan sufrir para apartarlos del camino. De ser generoso con los propios y con los ajenos, como mis Padres de la vida lo han sido conmigo. Ser honestos, aún en la miseria. De estar siempre listo para servir, y como dice muy bien el dicho: Hacer el bien sin mirar a quién.

 

Juro que me esfuerzo cada día en cumplir esos preceptos, que no son más que una manera de intentar ser un buen ciudadano. A fin de cuentas, debería ser la aspiración diaria de todos. ¿Nos equivocamos a veces? Por supuesto. No somos robots programados. Somos seres humanos, pero lo que debe prevalecer es la intención de ser fieles y coherentes en nuestra forma de ser y de actuar.

 

La coincidencia de dos efemérides, una Patria y otra Familiar, hoy nos hermana y nos hace decir que, tanto a Manuel Belgrano como a nuestros Padres, sean de sangre o del corazón, debemos honrarlos honrándolos. Y lo debemos hacer los 365 días, sin retaceos, sin menoscabo. Al menos intentémoslo, para dejar una mejor Patria, una mejor República, a nuestros hijos y a su descendencia.

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