Resistir y velar por las instituciones

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

El kirchnerismo y el cristinismo son un ejército de ocupación dentro del peronismo, que hace estrago no sólo hacia adentro sino también hacia afuera, porque todos los argentinos y las instituciones de la República somos parte del daño colateral de esta guerra, donde se suma otro invasor invisible que no tiene contemplación de escala social, edad, raza, religión o pensamiento ideológico: el Covid-19.

 

A la horda gobernante -con el perdón de Atila- se la puede comparar con la imagen de esos puercoespines ateridos de frío que se acercan unos a otros para darse calor y se hieren cruelmente. Y, para preservarse de las lastimaduras, salen corriendo, dejando a su paso espinas en todo aquel que se cruce en su loca carrera sin destino.

 

Estos bárbaros que desean hacerse dueños del país, porque en sus cerebros no cabe la idea de democracia y de inquilinos temporales que les brinda el pueblo a través del voto, poseen una visión distorsionada del mundo real. Por eso se aventuran hacia los márgenes, perdiendo un tiempo valioso y dilapidando recursos y acciones en cuestiones que ya se han probado y, son inútiles de toda inutilidad. Simplemente basta leer las restricciones del Decreto 241/2021, para darnos cuenta cómo el Coronavirus debe estar riéndose a carcajadas, mientras que la economía y la educación se caen a pedazos. Ni les cuento esa trasnochada medida de control de precios y de la apertura de un registro de exportaciones de carne bovina. ¡Una estupidez infinita!!!

 

Como son cabezas de termo, insisten en negar la presencialidad escolar cuando el año pasado ya experimentaron que no dio resultado y trajo innumerables problemas psíquicos y de aprendizaje a niños y jóvenes. Ahora, si en la provincia de Buenos Aires, especialmente en el Conourbano, privilegiaron vacunar a jóvenes militantes en lugar de maestros, eso es harina de otro costal. El gobernador y sus acólitos deberían hacerse cargo de ello y no hacer pagar a justos por pecadores.

 

Estos revolucionarios de una revolución imaginaria, que aspiran a perpetuar el país como un territorio de ganado predispuesto a ser arreado, están en puestos claves del gobierno y quieren ser capataces perpetuos. Ojo, son bárbaros, y están dispuesto a todo, porque saben que la Justicia está resquebrajada y casi tomada en su totalidad por ellos.  

 

Hay que pararlos y sólo el voto responsable, a conciencia, puede hacerlo. Las próximas elecciones son cruciales y hay que trabajar para que esta runfla que nos gobierna tenga su freno constitucional en el Congreso de la Nación. Y, por supuesto, nuestra tarea no debe terminar allí, sino que debe ser el inicio, porque después hay que hacerles ver al oficialismo y a la oposición que tienen nuestro aliento en la nuca, acto que hasta ahora no hemos ejercido debidamente, porque nos hemos relajado como ciudadanos después de aquella epopeya de 1983.

 

Como señalé alguna vez: Hay que resistir el brete y el corral, para seguir siendo una República. Tenemos que aprender de una vez por todas a enseñarle esto a los que intentan hacer de la democracia una autocracia y un coto de caza para beneficio propio, en detrimento del pueblo.

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