El sabor del reencuentro

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Los regresos siempre conllevan la alegría del reencuentro. Y si bien desde fines de diciembre último estuvimos prácticamente conectados todos los domingos interviniendo vía telefónica en el inicio de este espacio radial y luego con la columna, este regreso, sin lugar a duda me produce la alegría de reencontrarme no sólo con quienes son los “partícipes necesarios” de este programa, sino también con ustedes, nuestros oyentes, demandantes y, a la vez, críticos de los temas que abordamos.

 

El último mes y medio que estuve fuera de esta ciudad, en medio del campo y disfrutando de la naturaleza, me permitió tener momentos de introspección sobre el tramo de la curva de Gauss que estoy transitando. El tope de esta campana ya lo toqué hace varios años y, ahora, paulatinamente, iniciamos el descenso. Me dije en algún momento: “Pepe, simbólicamente, estás como a finales del mes de febrero, cuando el verano va perdiendo intensidad y a lo lejos se asoma tenuemente el otoño; pero para el invierno falta algo más de tiempo. Disfruta de estos momentos porque la vida impone desafíos y no hay que huirles”.

 

Y los reencuentros con amigos, con conocidos, con las personas que cruzamos a diario, producen esa sensación de alegría, porque los hombres somos seres gregarios, vivimos en comunidad y somos conscientes de que con esfuerzo propio y ayuda mutua podemos construir un espacio diferente. Nada se logra quedándonos sentados en nuestra zona de confort.

 

En aquellas largas caminatas me he interrogado acerca de cómo hacer para que las cosas comiencen a cambiar. Y, una vez más, me topé con que toda nuestra vida sucede dentro del mundo de las palabras. Como diría un filósofo alemán Martin Heidegger: “El lenguaje es la casa del ser humano”. Y nosotros tomamos conciencia del mundo de palabras en el que vivimos cuando alguien nos hace reflexionar o nos abre los ojos y nos lo muestra.

 

Los reencuentros también sirven para descubrir a través del diálogo, por más elemental que sea, al otro, al prójimo. También para hacer que las cosas pasen y se produzca el cambio. Esto conlleva compromiso para con uno mismo y para con los demás.

 

Los reencuentros son necesarios, porque nos hacen ver en el espejo del otro interlocutor. Nos permite mirarlo a los ojos, escucharlo Los reencuentros, en fin, nos dejan afecto, como el que deseo transmitir al equipo de la radio, a las radios que nos toman, y a todos ustedes, que son los oyentes y, también, partícipes necesarios de estas domingueras “Mañanas de Campo”.

Escribir comentario

Comentarios: 0