Los sindicatos y la política partidaria

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Hace muchos años, dialogando con un reconocido y honesto sindicalista bahiense ya desaparecido, le pregunté porqué el sindicato que él representaba hacía publicidad para un solo partido político, olvidándose que en ese gremio estábamos afiliados miles de trabajadores con variopintas ideas políticas. Por supuesto, argumentó muchas excusas a favor del partido que todos ustedes se imaginan. Ese día, pedí mi desafiliación al sindicato. Al menos, mi cuota social no sería utilizada para hacer política partidaria.

 

Este recuerdo, que creía haber borrado por el tiempo ya pasado, volvió a mí mente cuando leí un artículo de un abogado laboralista abogando por la independencia política en los sindicatos.

 

El doctor Carlos Emanuel Cafure -de él es el artículo de opinión- afirma: “A veces, desde algunos sindicatos se olvidan de que dentro de sus filas existen afiliados que son afines al peronismo, al radicalismo, al socialismo, a la izquierda, incluso muchos son apolíticos. Durante años, en nuestro país escuchamos que había una CGT oficialista y una CGT opositora, una CTA oficialista y una CTA opositora. ¿Oficialistas y opositoras de qué? Del gobierno de turno. Se trató de espacios sindicales que apoyaron abiertamente determinados gobernantes y otros que se autoproclamaron opositores a ellos”.

 

Seguidamente el doctor Cafure se pregunta: “¿Qué ganó la clase trabajadora con ese inútil posicionamiento gremial en nuestro país? ¿Qué nuevos derechos, conquistas o logros se alcanzaron para los más vulnerables, los jubilados y trabajadores? Por ejemplo, ¿se logró bajar la pobreza? ¿Se sustituyeron los planes sociales por trabajo genuino? ¿Se mejoraron las jubilaciones y las prestaciones médicas de nuestros abuelos? ¿Se pudo reducir el trabajo no registrado? ¿Se logró eliminar la cuarta categoría del impuesto a las Ganancias? ¿Se lograron mejorar las condiciones dignas de trabajo? Pues nada de eso pasó… Claramente, al pueblo no lo benefició. Quizás desde algunos espacios gremiales oficialistas se lograron algunas candidaturas para ciertos dirigentes, pero para la gente, nada”.

 

Enseguida, este abogado laboralista se centra en la actual CGT, para señalar que “desde hace un tiempo, quedaron a su frente dirigentes que no representan a nadie más que a sus propios intereses personales. Dirigentes que sólo han sido funcionales en su manifiesta inacción, gestión nula, sin plan de luchas alguna, mirando pasivamente cómo se aprobaba una nueva reforma jubilatoria (recorte de haberes de jubilados), cómo se suspendían y despedían por miles trabajadores, y nada hicieron. Un fracaso total. Este claro ejemplo y muchos más existentes nos demuestran que la dependencia política de algunas organizaciones sindicales, respecto de los políticos o espacios partidarios, sólo trajo dependencia y condicionamiento para llevar adelante planes de la lucha o gestiones. También trajo la pérdida de derechos y conquista de la clase trabajadora”.

 

Concluye el doctor Carlos Emanuel Cafure indicando que “en los sindicatos sólo debe hacerse política sindical y no partidaria”, y que “hay que aprender de los errores (especialmente las nuevas generaciones) para no tropezar dos veces con la misma piedra, porque, de hacerlo nuevamente la dirigencia sindical, quienes padecerán las consecuencias serán sus propios representados”.

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