Llegamos, que no es poco

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Ya está, casi llegamos y el objetivo está cumplido, el 2020 es casi un recuerdo y el mejor de los logros, es haber llegado. El ejercicio una vez más y como siempre, será ver el vaso medio lleno para que todo el resto quede atrás.

 

Convencerse, estamos acá y no es poca cosa, porque un asunto es vivir una pandemia en la campiña Francesa, con vinos en terraza, con la Marsellesa de fondo y hasta sin ir tan lejos, hasta pasarla en Uruguay porque a Punta del Este podías ir en cualquier momento ya que ni cuarentena hicieron, los tipos cerraron el país a la primera de cambio y los que estaban afuera, tenían que pasar los tiempos necesarios para ingresar y no perjudicar al resto.

 

Y ahí estabas vos, haciendo lo que podías, como podías y pensando mil horas como salir adelante con tanta incertidumbre encima. Con o sin hijos, con o sin padres, con o sin deudas, con o sin empleados, con o sin un mango, todas las posibilidades se pusieron en un mismo juego de dados y se tiraron para ver que número tocaba. Hiciste lo que pudiste, lo que salió. Para algunos fue un final, fue entender que nada sería igual y que el “volantazo” era necesario, en lo laboral, en lo personal y hasta en lo familiar, hubo situaciones para todos los gustos.

 

La pandemia nos puso a prueba a todos, desnudó costados crueles de amigos, de conocidos, de lugares donde no se podía mencionar siquiera la posibilidad de verse, de saludarse. Hubo extremos y los sigue habiendo, hubo fanáticos de la cuarentena y sigue habiendo rehenes de la misma, convencidos de que si ellos no pueden salir, nadie puede hacerlo.

 

Hubo de todo, empáticos y de los que no les importó nada. De repente cientos de tipos te daban clase de inmunología y te discutían porque Wikipedia o CNN así lo decían, total si fuiste a la Universidad y trabajaste con seres vivos, poco importaba, lo único que mandaba era el mensaje. Y así, hubo otra grieta, los fóbicos de la muerte y los que entendían que más allá de los cuidados y recaudos, no hay nada nuevo bajo el sol.

 

Horas y horas de zoom con amigos, en conferencias, videollamadas, wasap, la era de la comunicación se expresó a pleno para que el trabajo, la distracción, la educación, la familia, puedan estar más cerca, hayan funcionado de alguna manera. Tal vez estrechamos lazos con amigos perdidos, que en esta cosa de la virtualidad resurgieron. Otros quizás tuvieron que cambiar de rumbo, buscar nuevo trabajo, reinventarse y entender que no todo lo superficial era necesario y que producir, ser esenciales, es parte del futuro al que podemos apuntar. Ahí radican los cambios de paradigmas de los que muchas veces se habla y de que algunos pudieron capitalizar, no simplemente quedarse en la eterna victimización esperando que algún salvador o vacuna, vaya a solucionar.

 

Por eso este 2020 nunca podrá olvidarse, aquí quedamos todos al desnudo, mostramos nuestras fortalezas, nuestras debilidades, nuestros peores temores, nuestras miserias. Aquellos más conectados, pudieron ver la otra realidad, a veces dura, pero tan cierta, donde aprendimos a dimensionar nuestras relaciones, nuestros verdaderos amigos, esos que no solo se la juegan para ir a facturar, sino aquellos que por la amistad no dudaron ni un instante a la hora de buscar explicaciones.

 

El 2021 nos debe diplomar de las enseñanzas aprendidas. Primero a no juzgar a nadie, pero claramente a poner a cada uno y a cada cosa en su lugar. Todos entendimos “qué y quienes” son los importantes, qué es lo que estás dispuesto a hacer, dejar o cambiar y quienes son los que realmente valen la pena.

 

La pandemia es el espejo de lo que somos, de lo que buscamos, de lo que soñamos, pero principalmente, de lo que estamos dispuestos a jugar. La rueda comenzó a girar y el 2021 no espera…a jugarse!

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