Superar a Costa Pobre

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Los ciudadanos de a pie asistimos impávidos al vía crucis continuo que brinda nuestra Costa Pobre -inolvidable parodia de Alberto Olmedo-, con el firme avance del “vamos por todo”, haciéndonos olvidar de lo que es celebrar la Navidad y el Año Nuevo en paz.

 

Año tras año, parece que a los políticos y a los sindicalistas les encanta embarrar la cancha sobre el filo de las festividades de fin de año. Si no es una cosa, es otra. La cuestión pasa por el refrán de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”, para sacar provecho de las situaciones de caos o de desorden.

 

Es cierto que estamos viviendo tiempos inéditos, donde se nos planean problemas inesperados, para los cuales no tenemos respuestas previsibles y probadas. Sin embargo, en nuestro país esto se exacerba, se agrava, se pierde el rumbo porque no nos concentramos en el problema sino en la periferia de él, en lo banal y gastamos nuestro precioso tiempo en discutir como si fuera un partido Boca-River u Olimpo-Villa Mitre.

 

No por nada, hace muchos años, un pensador como José Ortega y Gasset nos intimó, al decirnos: “Argentinos, a las cosas”. No le hicimos caso. No nos gustó esa sentencia honesta de un pensador honesto y nos seguimos mirando el ombligo.

 

Poco a poco nos venimos degradando. El Covid fue la excusa perfecta para seguir nivelando para abajo, especialmente en la educación. Para el Gobierno es más útil mantener un casino abierto que una escuela. No obstante, hay anticuerpos y en tiempo más, muchos alumnos van a notar la diferencia de haber tenido docentes comprometidos con su tarea, aún en forma remota. También existen innumerables ejemplos de docentes que, en pleno momento de aislamiento, no dejaron de recorrer los hogares que no disponían de internet, para dejar tareas a sus alumnos. Eso es pertenencia, compromiso y vocación, algo muy separado del que sólo hace militancia, porque responde a un amo.

 

Volviendo al principio, frente al “vamos por todo”, los ciudadanos de a pie,   que aún sentimos el fuego por la República, debemos entender que más allá de nuestra condición cultural “argenta” -como siempre nos recuerda mi querido amigo Carlos-, nuestro país cuenta con una Constitución Nacional que establece que la ley debe subordinar al poder político y no el poder político a la ley. Si dejamos que este permanente jaqueo se perpetúe -porque son insistentes y densos los muchachos-, la ley dejará de ser un referente en la construcción de civismo y será aún más profundo el aceleramiento de nuestra ya sentida decadencia institucional y moral.

 

Los fines de año suelen ser caóticos en Costa Pobre. Tratemos de superarla y salgamos a caminar, a enfriar el cerebro, y a pensar en otra propuesta para el 2021, que es año de elecciones de medio tiempo. Hay hombres y mujeres de bien, políticos honestos, que deberían ser visibilizados para el Concejos Deliberantes, para las legislaturas provinciales y nacionales. Son aquellos que sienten que es hora de que los argentinos vayamos a las cosas.

Escribir comentario

Comentarios: 0