Ambigüedades de la Primavera

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

La semana climática que pasó tuvo esa ambigüedad de los primeros días de primavera. Esta nueva estación que nos brinda la naturaleza, para que nos vayamos aclimatando para el verano, tiene ese qué se yo que también tenemos los seres humanos. La película de nuestras vidas no siempre es continuada. Algunas veces, con nuestros recuerdos, nos rebobinamos y nos quedamos atesorando aquellos momentos o paisajes que alguna vez disfrutamos o, también, el dolor o una pena que hemos sufrido y que alguna situación nos hizo rememorar.

 

Sin embargo, a veces, con nuestro cerebro -al que no le importa si algo es verdadero o fantasía- jugamos a situarnos en el futuro o a imaginar “el más adelante” de nuestras vidas. Ese ejercicio nos ayuda a encontrar simples huellas, que luego se podrán transformar en camino ciertos en nuestro derrotero humano.

 

Cuando nosotros no viajamos a nuestro futuro para mirar nuestra vida desde ese lugar, es muy común que no sepamos qué vamos a hacer cuando tengamos tal ascenso en nuestro trabajo, o qué vamos a hacer cuando nos encontremos con el título universitario en la mano. Algunas veces, situarnos en nuestro futuro nos muestra intersticios por donde podemos ver la luz de lo que realmente queremos hacer de nosotros.

 

Dicen que todo lo que existe, una vez fue sueño. Los invito a soñar, a adelantar la película actual de nuestras vidas ciudadanas una o dos décadas, y vernos en un país diferente al que hoy experimentamos como algo malsano.

 

Para ello, debemos tomar conciencia de nuestro objetivo, preguntándonos ¿Para qué quiero un país diferente? ¿Para quién estoy realizando este proyecto de país? ¿Qué quiero que pase? ¿Cuáles son mis prioridades para construir una República? ¿Qué deseo sacrificar y qué deseo aportar como ciudadano?

 

Una vez que nos vayamos contestando tales interrogantes, los invito a vivenciar el momento futuro, entrando en la emoción de esas acciones que nos producirían verdaderos cambios. Imaginémonos participando en alguna organización o partido político, intercambiando puntos de vista aun con los adversarios, vislumbrando al o los candidatos ideales para ocupar tal o cual cargo, proyectándonos como candidatos y elaborando un plan de trabajo.

 

También, ¿por qué no?, evaluando el momento futuro diciéndonos: Ahora que me encuentro en medio del fragor de la acción, ¿Qué oportunidades de mejora advierto? ¿Cómo cambiar la vieja política del discurso mentiroso, cortoplacista y demagógico? ¿Qué aspectos diferente tiene la propuesta que tengo en mente? ¿Me siento cómodo como candidato? ¿Qué cosas se me ocurren? ¿Si tuviera la oportunidad de participar en política, haría algo diferente? ¿Qué debería hacer para ser ejemplo de buen ciudadano?  

 

Seguramente, a esta altura de nuestros locos pensamientos, alguien nos golpea el hombro y nos despierta, nos hace volver a la triste realidad que nos envuelve, pero ya no regresamos con baja energía. Situarnos en el futuro nos ha dejado poros y huellas abiertas. Está en cada uno de nosotros que esas huellas se transformen en simples caminos o en autopistas para hacer transitar nuestras vidas y las de nuestros semejantes con certeza, con señales y letreros que nos conduzcan hacia un lugar cierto, donde la ley subordine al poder político y no el poder político a la ley, donde los “honorables diputados y senadores” sean realmente honorables, donde el presidente de la Nación no sea una marioneta o un déspota maquillado de demócrata y donde los jueces hagan Justicia y que en sus fallos se advierta que todos somos iguales ante la ley.

 

Vuelvo a la primavera y a la ambigüedad de sus primeros días… que nos llevan a la certeza de la calidez del verano. Lo único medianamente certero en medio de la pandemia que sigue su curso y de una Argentina que ha perdido el rumbo. Al menos, comencemos a enderezar algunas cosas, imaginando dónde estaremos dentro de dos décadas. Capaz que me lo agradecerán o, simplemente, ni me recordarán. Pero, eso sí, en estas latitudes, los primeros días de primavera son y seguirán siendo ambiguos, como nosotros.

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