Cuando lo esencial no está a la vista

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

La pandemia ha puesto el mundo en crisis, muchos paradigmas se han abierto en medio de las reales necesidades que la gente desnuda y donde lo importante, dejó de serlo para que quedara a la vista cuáles son los verdaderos lugares que jamás podrán ser suplidos.

 

Casos sobran, un reconocido titular de una tradicional tienda de ropas, se metió a las pocas semanas al frente de una verdulería on line, dispuesto a “cómo de lugar” enfrentar una crisis que ni lento ni perezoso, imagino larga y sin salida. El peligro para los del rubro? Una cabeza abierta y empresarial, puesta a competir con tradicionales verduleros, supuestos sabedores del negocio, pero sin la capacidad emprendedora de alguien que ya las vivió todas. El listado es tan largo como gente conocemos, rubros que estuvieron estables por siempre, se ven poco menos que al borde de la quiebra, ni que hablar aquellos países cuyo gran y único ingreso, estuvo dedicado a la industria turística.

 

Cuál debería ser el aprendizaje para países como el que vivimos? Existe –además de la salud, la cual también depende de ella- una actividad única, insustituible y capaz de seguir adelante, cuando el mundo se ha detenido: la producción primaria. Si, esa misma que los que aún viven del blanco y negro, criticaron por años, idolatrando una industrialización, que no siempre es necesaria a la hora de generar el tan valorizado “trabajo genuino”, algo que el campo, históricamente ha hecho, sigue y seguirá haciendo, siempre que las mentes limitadas de mucho “soñador setentoso” pretenda no apreciar.

 

Está claro, clarísimo: la gran industria esencial en el mundo, está en los alimentos, la salud misma, depende de ellos. Dónde estuvo la industria y la mano de obra especializada en estos últimos 100 días? En casa. Adónde se fueron los grandes generadores de empleo de la industria mecánica, automotriz, electrónica, turística y hasta gremial en esta cuarentena? Se fueron a casa. El único sector que siguió generando divisas genuinas, internas, externas y con proyección de crecimiento, fue el campo. Los debates, la grieta, la ideología, el humo…. todo se acaba cuando la realidad es la toma la palabra.

 

Tal vez sea el momento donde a la vuelta de tantos años perdidos, se entienda que no existe un mejor crédito, que el otorgado al sector productivo. Entender que los miles y miles de camiones que circularon y abarrotaron las rutas portuarias, solo traían granos, no hay más supuestas exportaciones industriales cuando más de un 80 % de lo exportado, salió detrás de un alambre.

 

Muchos comunicadores, muchos dirigentes, creen que el problema del sector agropecuario radica en su falta de comunicación, en la ausencia de llegada a las grandes urbes, de la falta de empatía lograda por el campo hacia las ciudades. Nada de esto es real. Hay un país que vive de espaldas al campo y hay una política, que transita su camino de espaldas al campo. No es posible solucionar ni una ni la otra, con tiernos videos, con emocionantes publicidades que solo llegan a los propios. El único camino, es la educación, es desde la misma raíz, entender que nuestra primera y única gran fortaleza, está en la tierra y en los hombres que la producen. Pero para ello faltan las políticas educativas, los políticos que quieran un país mejor y ciudadanos que vean más allá de la esquina de su casa. Si algo de todo eso fuera posible, existe un futuro por delante. Si no lo es, es porque sin dudas, tendremos el país que nos merecemos, casi tan parecido, al que actualmente tenemos….

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