El tsunami del cambio

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

La pandemia de Covid-19 viene dando sacudidas al planeta y armando un gran tsunami, cuyos efectos económicos, sociales y políticos comienzan a insinuarse en el corto tiempo, especialmente en aquellos Estados con muchas debilidades y parches, como el nuestro.

 

Sin embargo, el jueves y viernes pasado estuve participando del tradicional encuentro que la Asociación de Cooperativas Argentinas organiza anualmente para los asesores técnicos de las Cooperativas Agropecuarias y que, con vos, Carlos, alguna vez hemos estado cubriendo periodísticamente. La sinergia de los disertantes y la de los participantes fue tal, que alentaron esperanzas.

 

Ingenieros agrónomos, médicos veterinarios, encargados de agroinsumos estuvieron capacitándose y reflexionando, a la vez que accionando y proyectando en este nuevo contexto, y que uno de los expositores denotó -tomando prestado el concepto a un ejecutivo de la publicidad- tener la sensación “de estar tratando de arreglar el motor de un avión en pleno vuelo”. Tal la expresión de estar viviendo el mundo en general y nuestro país en particular, un proceso único de cambio, y cuya crisis será, sin duda, “aceleradora de la historia”.

 

Pero frente a esta realidad, aún existen en nuestro país, organizaciones que no bajan los brazos y que seguirán apostando a su propia gente y al país. En una amplia geografía, miles de productores agropecuarios, independientes o adheridos a alguna entidad, y a pesar de los infortunios que les hace vivir un socio de conveniencia, como es el Estado, no dudan en seguir transitando el camino del trabajo y desafiándose a saber qué son capaces de dar, cuánto están dispuestos a resignar y cuán constructores de la nueva realidad quieren ser.

 

En esa seguridad, los más de 600 asesores y encargados de negocios de 110 Cooperativas se juntaron para enfrentar la incertidumbre de forma creativa y espantar el miedo, para que no pueda frenar la imaginación de ellos y de quienes acompañan diariamente en la tarea de lograr mejores producciones.

 

Es que el empresario de campo no deja de invertir en tecnología y viene abrazando al cambio paso a paso. Esto se puede vislumbrar en el resultado de los últimos años con el crecimiento de los volúmenes de fertilizantes empleados o el aumento en las áreas de maíz y trigo. Me pueden decir que sembrar y cosechar es lo que vienen haciendo los agricultores desde hace 10 mil años. Sin embargo, en esta nueva era, se entierra tecnología y mejoramiento aplicado en semillas, nutrientes y fitosanitarios, acompañado de Buenas Prácticas Agropecuarias.

 

También, unido en organizaciones cooperativas ha avanzado en la agroindustria y, de esta manera, transformar al grano de maíz en bioetanol, y a la vez generar un coproducto como la burlanda, para alimento de feedlots y tambos, y aprovechar el dióxido de carbono que produce el proceso en un biogás para usar en la industria de gaseosas. Tampoco ha omitido producir sustentablemente y reducir la emisión de gases efecto invernadero.

 

Asimismo, los silos bolsa y bidones usados son procesados por una planta de recupero de residuos plásticos y devueltos al mercado para la fabricación de bolsas de residuos, caños, guardabarros de camiones y remolques. Nada se pierde, todo se transforma.

 

Hasta no hace mucho se hablaba de Vaca Muerta como el complejo de hidrocarburo que iba a sacar a la Argentina adelante. Hace cuatro años, un grupo de profesionales apasionados por el campo acuñó un término que está comenzando a tomar cada vez más fuerza: Vaca Viva. Pero, para que se haga realidad, debe haber políticas de Estado estables en lo fiscal y en lo crediticio; reglas claras y consistentes.

 

Los ejemplos de lo que puede hacer la fuerza conjunta del sector agropecuario está demostrada. Sólo hay que abrir la tranquera del brete para que pueda desarrollarse aún más y ser un motor de recuperación.

 

Las cartas están echadas, y los Gobiernos deben entender que los paradigmas del siglo XX ya no van más, porque el cambio es tan inexorable que el mundo ya está “tratando de atarse los cordones de las zapatillas mientras corre”.

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