Periodismo para todos

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

La pandemia ha puesto al desnudo un montón de cuestiones, situaciones que marcan el carácter de cada uno, los miedos, las actitudes, las formas, el optimismo y la peor cara: esa que desde el gobierno y desde muchos medios, insisten en profundizar, la del sometimiento.

 

Lo vivido en los últimos 70 días, ha sido de los peores sometimientos a la información que jamás haya estado expuesta la humanidad. Así hemos escuchado supuestos grandes epidemiólogos, médicos con grandes pergaminos y paneles de impresentables discutiendo de casos, de test diagnósticos, de cuarentena, de tratamientos, de tantas pero tantas cuestiones de las que poco están preparados para debatir, que más que nunca han dejado al descubierto, que no hay nada peor que la mala información.

 

Nos presentaron una película donde solo vemos una foto constante, los enfermos por esa foto, los sospechosos por esa foto, los muertos por esa foto, y el resto de la película, parece haber desaparecido por completo. Así entonces contamos muertos por día, sospechosos por día, enfermos por día y repentinamente, encontramos que la gente enferma y muere, una novedad para los medios y para la gente en general, desnudando completamente el total desconocimiento de la fragilidad humana, esa que cada día, se expone a cientos de enfermedades, de virus, de bacterias, de accidentes, pero nada de eso cuenta, cuando lo importante, es lo que queremos mostrar.

 

Cuántos murieron el año pasado de gripe en la Argentina? Cuántos de neumonía? Cuántos por cáncer? Cuántos por accidentes en las rutas? Cuántos ancianos? Nada de eso importa, esos números carecen de valor porque ni siquiera sabemos, cuántos murieron el año pasado por coronavirus, porque justamente, no se diagnosticaba.

 

El periodismo actual vive conectado, toma información constante de otros medios, de otras fuentes, de gacetillas, de informes, de mensajes, de redes, de todo tipo de informante, pero muy poco, toma información de investigación propia, de estadísticas realizadas, de análisis elaborados por fuentes propias. El periodismo y su inmediatez, han transformado a la información, en algo fácil de ser impuesta, de ser vendida y sumada a un público cautivo y encerrado, es tan o más dañino que cualquier virus o enfermedad que se inyecte a partir de una pantalla.

 

La Argentina actual presenta una enfermedad crónica que se agudiza fuertemente en la provincia de Buenos Aires, donde la profundidad de la crisis, deja ver una provincia que no puede seguir existiendo como tal, en un interior que poco tiene que ver con un enfermo conurbano, que a la vez dirigido unitariamente, pone en clara desigualdad de oportunidades a todos aquellos que vivimos detrás de la General Paz. Ese mismo conurbano que muchos intentaron conformar para lograr peso político, hoy les muestra que lo peor de ese lugar, todavía está por venir.

 

Por eso, en un país de sumisos, la política hace y desase a gusto. Asusta, aprieta, digita, somete y nada le viene más a gusto que una población completamente arrodillada, sobre todo, cuando lo que está a la vista, es la peor crisis que jamás vayamos a enfrentar y no hablo del virus, hablo de la realidad. Habrá un culpable sano visible, la supuesta pandemia. Habrá un sospechoso silencioso, un periodismo desinformado. Pero sobre todas las cosas, habrá un único enfermo: una población ignorante y poco rebelde. 

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