La pasión, ese silencioso enemigo

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo 

Está oculta, se disfraza en muchas ocasiones para no ser vista por las necesidades, en otras tiene números propios que casualmente terminan excusándose en algún lugar de la cuenta y sin embargo suele ocultar hasta los dramas más temibles.

 

Pasan los meses y el debate en el grupo jamás finaliza, “el festejo de las vacas vacías, es un nuevo horizonte ganadero?” De ninguna manera, hay cosas innegociables para muchos, lógicamente son seres vivos y no hay forma de negarlo o disfrazarlo, aunque de ello dependa muchas veces un crédito, una quiebra o el peor de los finales. La cuenta es simple, si te pagan mejor un animal al kilo que el mismo animal puesto como vientre preñado, ni Afip, ni Arba, ni el gerente del banco, ni el gobierno, ni siquiera un colega criador con la plata que vos no tenes, va a pagarte más de lo que el mercado diga. Entonces? Para muchos, se acaba el pañuelo celeste ganadero a la hora de elegir por la vida. Está mal? Cada uno, es dueño de su bolsillo.

 

Del otro lado del alambre, la discusión continúa: glifosato, 2-4 D, siembra de cultivo de cobertura, intersiembra, etc, etc, pero el ryegrass y la rama negra no se inmutan. “Y si le meto un pie de pato, unos discos o lo quemo?” Jamás, será la rápida respuesta ante años y años de cuidar del suelo, de rotar, de combatir las malezas a cómo de lugar, pero el suelo no se toca. Otra vez, no hay número capaz de inmutar esa convicción de lo que se hace y de lo que no se debe hacer, es filosofía, es pasión en la más cruda de sus definiciones, más allá de todo lo técnico que pueda quedar en el camino a la hora de las discusiones. Otra vez, lo sustentable no figura en ningún ítem, ni en descuento de ganancia, ni en rebaja de retenciones y muchísimo menos, en canje por fertilizantes y vaya a saber si los nietos, tendrán ganas de disfrutar ese tan cuidado suelo.

 

La pasión, para gran parte de los chacareros, no se negocia. Es la misma que te lleva a la gloria, cuando ese trigo rompió el récord en el registro de la cosechadora y te llena de orgullo saber que estabas convencido de lo que hacías. Ese mismo sentimiento que la intuición del semen comprado de un toro nuevo, poco usado pero que por datos no podía fallar, te muestra un ternero diferente, superior, con futuro.

 

En el campo está lleno de cosas que no figuran en ningún libro, que no tienen manual, que nadie las ha escrito aún y es poco seguro que alguien vaya a hacerlo y sin embargo, están ahí, todos las saben, pero en muchos casos la herencia teme que al dejarlas por escrito, alguien las automatice y les saque ese “alma” oculta que está en el aire, que se siente al caminar y charlar con cada uno de estos sanos psicópatas. 

 

Ojalá que algún día algún científico de esos que estudian cosas por estudiar, descubra que hay algo detrás de la tranquera, que se te prende como un virus cuando recorres, le pasa al Agrónomo, al paisano, al tractorista, al Veterinario y en general se mete en corrales, mangas, potreros y montes.

 

La pasión es la dueña de los mejores y de los peores negocios, más de los últimos seguramente, pero en general cuando está, es innegociable. No hay campo sin ella, no hay negocios sin ella, pero es imperioso aprender a manejarla. Como toda droga, te mantiene bien alto mientras dura el “embrujo”, pero con una dosis exagerada, es capaz de dañarte para siempre.

 

Son tiempos desapasionados, donde el cerebro y la cuenta corriente, no pueden darse el lujo de un futuro divorcio entre ellos. La llama no puede ni debe apagarse, pero en esta Argentina que nos toca vivir, sin políticas de campo, con una sociedad de espaldas e ideológicamente adversa, no son tiempos de morir con las botas puestas. Pasión, que nunca falte en esta hermosa sociedad, pero más que nunca a la hora de votar, que no se adueñe de más del 50% de las decisiones.

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