Se “cuarentena” como se vive

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Existe una cuarentena para cada uno, a tu manera, a tu ritmo, con tus tiempos, como vivas. Cada cual ha elegido su forma de tomarlo y a medida que transitan los días, es imposible sostener lo insostenible y la cuarentena, con o sin Alberto, llegará a su fin.

 

Atrás quedó el buen criterio inicial, el cerramiento de fronteras, el aislamiento inmediato y los pasos necesarios para que hoy estemos adónde estamos, ni a salvo ni en el infierno, pero en una muy buena posición respecto a lo que podría haber sido. No es lugar para debatir qué se hizo bien y que no, pero lo que seguramente hoy queda claro, que hubo una decisión inicial sin plan alguno, si este estuviera, no todo sería como hasta ahora.

 

No hubo plan económico, solo subsidios y anuncio de créditos que jamás llegaron. Ni siquiera hubo plan sanitario, más allá del encierro, de meter más miedo que conocimiento y semana tras semana, la política fue ganando carriles a la hora de competir con la supuesta salud de la población.

 

Y ahí estábamos, los más temerosos escondidos y enojados con el mundo, como si el médico que tenía que ir a laburar, fuera un enemigo, más allá de los aplausos de los más racionales. A medida que fueron pasando los días, los que fueron entendiendo que la plata no alcanzaba, que la pyme se quebraba y que no había salvoconducto alguno, empezaron poco a poco, a perder temores, porque en definitiva era el virus o el final y a la hora de los bifes, no hay virus que temer cuando lo que se termina en definitiva, es tu presente ya ni siquiera tu futuro.

 

Y así vino otra extensión, vino otro lista de excluidos y comenzó la otra cuarentena, la de los furiosos por no poder salir, la de los que se hartaron de no poder trabajar, las de los que se cansaron de no ver un plan, ese que jamás estuvo. Y así empezó a generarse la propia y verdadera realidad que todos tenemos que asumir: sin vacuna, el encierro eterno no tiene sentido. El camino, es el que la gente se fue haciendo, aprender a cuidarse, distanciarse, cambiar rutinas, entender el verdadero sentido del contagio y no la sarta de incongruencias infecciosas a la que fuimos sometidos, donde el virus caía de los árboles, como racimos maduros, algo que en cuestiones infecciosas, solo logró un pánico que de poco sirve y servirá, para enfrentar finalmente algo, que todos debemos enfrentar.

 

Por eso esta cuarentena solo desnudó diferentes personalidades, las sumisas, las rebeldes, las imprudentes, las delictivas, las temerosas, las arrogantes, las más valientes en el caso de muchos que estuvieron en el frente de esta batalla.

 

Ahora habrá que lidiar con la última de las realidades que es la política, que aún intenta apretar sus últimas gotas de poder ganadas de la mano de la inicial protección de la población, la misma que hoy deja totalmente al desnudo al arrojarle delincuentes, violadores y asesinos a las calles, como si en las cárceles, no se pudiera aplicar el mismo criterio de fronteras, todo cerrado, protocolos, etc, y a cumplir la condena que haya que cumplir, o acaso no era la razón por la cuál fueron detenidos?

 

Así entonces, todo lo dicho deja algo muy claro: en un país poco serio, tomar medidas en serio, jamás puede ser efectivo. Ya no se trata de la salud, que es algo que hoy no está en discusión. Se trata de qué tipo de país queremos para cuando la cuarentena –y no el coronavirus- haya arrasado con absolutamente todo.

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