El día después de mañana

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

La crisis es profunda, la economía cruje metiendo ruido y la mirada nos obliga a ir no menos de 15 días para adelante. Se haga la cuenta que se haga, son los días necesarios para que los que lamentablemente entraron al país hace una semana, puedan mostrar sus síntomas, contagiar a sus pares y terminar un ciclo que debió cortarse de raíz. Sin embargo, ante este nuevo camino que significa una epidemia en estos tiempos, la dura decisión de cerrar fronteras, llegó un poco más tarde de lo deseado, pero al menos, mucho más temprano que lo que otros decidieron.

 

Es inimaginable la situación de angustia de aquellos que viven del día a día, de los no asalariados, de los que se ganan la vida verdaderamente en la calle, haciendo el mango con tareas cotidianas que hoy, quedaron absolutamente erradicadas. Los rubros serían infinitos, desde la construcción hasta un salón de fiestas, la cuarentena ha puesto en jaque mate a muchos Argentinos, que ven una vez más, como por ejemplo en Uruguay sus políticos hacen gestos de solidaridad verídicos, reducen sus dietas, mientras que en esta Argentina hipócrita, seguimos bancando a todo un sistema parasitario, que no hay crisis que los inmute, ellos jamás dejarán de cobrar lo que supuestamente, el derecho les ha regalado, porque otro termino, no cabe.

 

Fábricas cerradas, comercios y alquileres muy complicados y un mundo que parece derrumbarse, sin restaurants, sin exportación de cortes Premium para la carne, con granos que viven en una montaña rusa, con la campaña de trigo al acecho y sin señales de un gobierno que ha hecho bastante bien los deberes a la hora de afrontar la epidemia, pero sin demasiadas ideas a la hora de enfrentar lo que vendrá, aunque las prioridades en este caso, nos llevan a priorizar lo urgente y no lo importante.

 

La producción agropecuaria pide a los gritos su reconocimiento, con videos que llegan a diario, ponderando el trabajo, el sacrificio, el abastecimiento que el campo genera, etc, etc, mientras que otros –acertadamente- buscan dar una mano mucho más real, con movimientos solidarios en búsqueda de alimentos, recaudación para insumos hospilatarios, aparatología, etc, etc, sin tanto ego de encontrar un aplauso del otro lado de la sociedad.

 

Dije más real? Si eso es lo que dije, o acaso alguien que trabaja en el campo, no lo hace en búsqueda de su propia rentabilidad? Una vez más el sector equivoca los caminos, intentando victimizarse cuando en definitiva el campo es uno de los privilegiados a la hora de una cuarentena, que lo encuentra trabajando, facturando y mejor posicionado que nadie, a la hora de que esta situación se revierta y los mercados rápidamente salgan a buscar la carne Premium para consumo europeo, la soja para volver a abastecer a China, el trigo que Brasil necesite.

 

El productor genuino, el que vive de lo que produce, el que cada día realmente va al campo, es el verdadero privilegiado de esta cuarentena, sino, pregúntenle a cualquier oficinista de un piso 11, en plena Capital federal, sin más horizonte que una ventana y sin más aire que un balcón.

 

El campo no sabe comunicar, lo hemos dicho hasta el cansancio. El autobombo, el martirizarse y la necesidad de reconocimiento, jamás llegarán de sus propias filas, es imperioso que lo vean los demás, como pasa hoy con los médicos que son aplaudidos a diario sin que los médicos lo pidan en ningún video, los policías que ponen su cuerpo en controles, el almacenero que arriesga a su familia a diario y el productor, que hace lo que hace todos los días, más allá de la importancia de generar alimentos.

 

El día después de mañana, encontrará al campo en la primera fila, listo para salir en un segundo de esta profunda crisis, en donde el mundo lo necesitará con o sin reconocimiento. No es tiempo para edipos no resueltos, es tiempo de inteligencia, el resto- como dice un amigo - se arregla con un depósito en el CBU. Llorones abstenerse, son tiempos de héroes silenciosos.

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