El futuro, el tesoro tan preciado

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Fotos, videos, audios, todo es válido para mostrar con orgullo como ese hijo adolescente hace sus primeras armas en la cosechadora, en esa búsqueda constante de que el “virus chacarero” se meta de lleno, más allá de que su hijo transite el primer año de Agronomía. La foto ya vieja, muestra las tres generaciones, cuando el abuelo aún decía presente y con el alma bien gorda seguramente, entendía que en su campo, el futuro no era solo un sueño.

 

Sin dudas, “los fierros” son los más elegidos por la gente joven, su progreso, la tecnología, el avance constante y la precisión que cada día muestra que ya no alcanza con “el tractorista” o alguien que sepa de herramientas. Hay toda una especialización que cuando combina la enorme sapiencia de los más chicos a la hora de conocer lo digital, los campos que se abren no tienen límites.

 

Raúl Ruiz y su nieto Nicolás, son uno de los tantos oficios, esos que cuesta encontrar en la mano de obra, teniendo su respuesta en esquiladores, que ante un verdadero don artesanal, es forjado poco a poco en jóvenes que transitan junto a sus mayores, en uno de los tal vez, más decrecientes trabajos a la hora de encontrar verdaderos profesionales en la materia. Trabajar, conocer lugares, mamar esa pasión por lo que se hace, ha hecho que hoy Don Raúl, reciba ofertas de trabajo de varios jóvenes que se acercan, sabedores del mensaje que otros que ya pasaron por el oficio y encontraron su recompensa, hoy estén ansiosos de ser ocupados.

 

Así de a poco los molineros escasean, al igual que rubros puntuales, mientras que de la mano de algunas empresas, de cursos constantes, el alambrador no se resigna a desaparecer y ya son varios los sucesores de un oficio nacido en las pampas y que aún tiene muchísimo para darnos.

 

Las motos y el “Cuatri” que poco a poco desplazan al caballo en los campos más avanzados, el eléctrico y todas sus variables de “velas”, automatizaciones, sensores de molinos, bebederos, bombas solares, casillas móviles, servicios de internet y otras tantas cuestiones, así como en muchos –lamentablemente la gran mayoría- alejan a los jóvenes por su ausencia, cuando están presentes, pueden ser sin dudas el complemento ideal para estas nuevas generaciones que tienen claro que el tiempo, las comodidades y las herramientas, son la clave de la eficiencia y todo lo que está en el lado opuesto, son el camino más corto, a la desaparición del hombre en la vida rural.

 

Muchos aún no logran entender que gran parte de las tradiciones deben quedar para recordarlas, para festejarlas, para que sean solo un punto de encuentro y no el motivo del trabajo. Chocante? Si claro que lo es, pero la diferencia entre avanzar y no hacerlo, es la que nos aleja de un mundo que no dudará un instante en marginarnos si no entendemos cuáles son sus prioridades en el manejo, el bienestar y la concepción de que ya no se cosechan cultivos o se crían animales, sino que la realidad indica que producimos alimentos, ya sea en forma de granos, vegetales o carne.

 

Hay un futuro en el campo, pero para eso, otros tantos también deben entender que la participación en Ateneos, el estudio de la agremiación político-agropecuaria y el peso que cada uno de ellos tendrá en entidades que jamás deben renegar del origen de esos iniciados, son parte también de ese futuro que no solo necesita el campo, sino también el país en su conjunto. Hay un único camino, y el mismo es libre de subsidios, de dádivas y de EXTORSIONADORES políticos. El misterio tiene un solo nombre: CULTURA DEL TRABAJO.

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