Menos mal que tengo Netflix

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Desde que tengo uso de razón la economía argentina se desenvuelve en condiciones paupérrimas, difíciles, con picos inflacionarios recurrentes que llegaron hasta la hiperinflación y a la estanflación, cuyas consecuencias han sido graves y desde luego, muy conocidas y evidentes.

 

Con sólo enumerar los planes económicos que se pusieron en marcha desde la llegada de la democracia –por poner un hito de referencia- hasta la actualidad, se advierte que el país transitó situaciones de crisis casi constantes, a las que en la práctica se les hizo frente, las más de las veces, con políticas de coyuntura que no consiguieron poner en marcha el vigoroso proceso de crecimiento que se necesita para librarnos del empobrecimiento colectivo.

 

Se suceden los Gobiernos y siempre tenemos alguna razón para enviar al Congreso o mantener vigente la emergencia y el pedido de súper poderes, desconociendo lo que señala la Constitución Nacional en forma explícita en el Artículo 29°: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”. Hasta ahora, bien, gracias!!!.

 

La anomia que existe en la Suprema Corte de Justicia y en toda la Justicia en general permite que se trasgreda o se utilice el texto de la Constitución Nacional como servilleta (por no decir una barbaridad reñida con el buen gusto).

 

Con la nueva Ley de Emergencia quedamos todos encerrados en un gran cepo y a merced de la lapicera del “Tío” Alberto. ¿El Congreso? Sus “honorables” diputados y senadores seguirán cobrando sus monumentales sueldos rascándose los pies, teniendo tiempo para alguno que otro partido de tenis, fútbol o juego de golf, y dejando que toda transcurra ante la pasividad de gran parte del pueblo que le encanta ser dirigido por el caudillo de turno y recibir dádivas de vez en cuando.

 

También estamos encerrados en otro cepo: en el periodístico militante. ¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Volvieron!!! Y más recargados todavía. Ahora tienen opinadores de todas las categorías desparramados en todos los medios para enturbiar el mensaje, dar pistas falsas, agredir, agredir y agredir. Bueno, al menos yo ya me cansé de cambiar de canal cada tres segundos y al no encontrar nada práctico en el cable, salvo los programas de National Geographic… Pero ahora, aunque me pongan un 30% más en la tarifa, menos mal que tengo Netflix!!!

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