Las consecuencias de vivir siempre, tranqueras para adentro

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Cuál es el lugar que ocupa el campo en la sociedad? Hay verdaderamente un espacio que pertenezca al sector que no sea pura y exclusivamente económico? El productor tiene necesariamente un rol hacia la ciudadanía? Muchas preguntas para una sola respuesta: ninguno.

Históricamente el productor se ha dedicado a ocupar sus propios espacios productivos tranqueras adentro. Sin dudas es bueno en lo que hace, más allá de las diferencias, comparando agricultura, ganadería, usos y malos hábitos y un sinfín de cuestiones que aún el propio chacarero no parece querer hacerse cargo. Desde lo ambiental con serias deficiencias en el cuidado, desde el bienestar animal que en el nombre de la tradición, atrasa cien años y con una participación socio-política de escasa a directamente nula.

Es cierto que ha habido incursiones en los tiempos de los agro-diputados, también es real que muchos intendentes, concejales y todavía algún que otro congresista, pertenece al sector, pero todos ellos total y completamente aislados de sus representados, cuando sino, directamente de espaldas a los mismos, como “esos mismos” han hecho y hacen aún con sus propios dirigentes. “Las entidades no hacen nada”, es el clásico latiguillo de los cientos de miles que en definitiva, no hacen nada por sus entidades, única realidad de que sin dirigidos, los dirigentes son solo un espejismo.

Por eso hace ya algunos años atrás, cuando el Macrismo decidió gentilmente devolverle retenciones al sector, desde este espacio fuimos muy críticos, en un irresponsable “cheque en blanco” firmado por el sector, para un gobierno supuestamente amigo de algunos, que no entendieron que el campo no tiene amigos, no tiene aliados, no tiene representación ni peso social, porque es lo que ha construido siempre, “yo solo se producir”, se repiten una y otra vez desde atrás de la tranquera.

Los resultados son los esperados, por mucho que se envidie a otros países, con el respeto hacia farmers, grazers, paisanos, o como quieran llamarse en el mundo, no esperemos el mismo trato, somos otra cultura, somos otra sociedad y aquí, le guste a quien le guste, el productor es y será un clase elitista, sea pequeño, mediano o grande, la sociedad solo lo ve de reojo, con cierto resentimiento en una gran mayoría y como objeto puro y exclusivo de recaudación, como lo ve toda la clase política, que vino, que viene y que vendrá.

Nada nuevo podemos pretender si no existe un cambio. Cuántas veces te juntaste en los últimos 5 años, con tus productores vecinos para charlar cuestiones no productivas? Cuántas veces se convocaron con los productores de tu zona? De tu partido? De la región? De la provincia? Tengo la respuesta, NINGUNA. Son los dirigentes el problema? Claramente no lo son, no se puede dirigir a quienes lo único que tiene por proponer, son problemas cuando los problemas surgen. No hay interés, no hay entendimiento del problema social en que vivimos, no hay empatía, no hay ningún tipo ni clase de inquietud que no sea la protesta cuando ya no hay nada por hacer.

Mañana se conocerá un nuevo esquema de retenciones, los cuales aún ni siquiera están claros para la mayoría de los entendidos y resulta poco menos que sospechoso, que el flamante Ministro de la cartera, permanezca en absoluto silencio junto con sus pares de economía, dejando muy claro que de diálogo, consulta y otras cuestiones, no habrá nada de aquí en adelante.

Las entidades, se encontrarán una vez más, empujadas por supuestos auto-convocados que de la noche a la mañana recuerdan que del campo para afuera, también hay vida, también hay compromisos y que si solamente estamos dispuestos a recordarlo cada 10 años, seguramente repetiremos una y otra vez los resultados que todos ya conocen.

Las retenciones llegaron para quedarse y no serán ni de Alberto, ni de Cristina, ni de Macri, ni de quien sean. Son el fruto de un sector que no comprende en que sociedad vivimos y aún no está dispuesto a comprometerse para cambiar la visión de las cosas. Ahora, aguantarse los resultados o a comenzar el verdadero cambio que el campo realmente necesita.