La otra mirada

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Otro día en Bordeu y las horas parecen volar, en ese ida y vuelta constante que encierra la recorrida obligatoria por stands, por corrales, charlas infinitas en los mil y un encuentros que este sitio nos regala.

 

No hay manera de no recurrir al recurrente tema de las lluvias, el dramatismo se incrementa a medida que los pronósticos siguen desapareciendo y la pregunta imposible, esa que siempre jugamos a que no ocurra, se escucha cada vez más alta: “y si no llueve?”. La respuesta positiva, es parte de la esencia optimista que tiene al productor siempre mirando para adelante, amén de lo llorón que pueda tildarse y como hemos dicho mil veces, seguramente lo será.

 

Hay secretos que guarda Bordeu muy escondidos, hay conversaciones que quedarán selladas en algún galpón, hay abrazos que tal vez se dieron por última vez, hay amores que habrán nacido por ahí, en algún cruce de miradas, en algún saber que se comparte la misma pasión, las mismas ganas, los mismos atractivos. Por eso, Bordeu tiene muchas cosas que a veces damos por sabidas. Seguramente habrá otras tantas que no nos gustan, que no compartimos, pero es parte también de la muestra-.

 

Hay un mate en cada stand, esos que se lavan mil veces y se ensillan otras tantas, tardes de cervezas infinitas, de algún whisky con chorizo seco, del asado que en algún momento, tarde o temprano, te terminás comiendo, porque no hay manera de pasarte cuatro días por ahí y el veganismo que nunca tuviste –y dudo que tengas- te gane la pulseada.

 

Bordeu es emociones, son esos momentos de sueños al peinar un toro, esas ganas del primer día armando camas, ese fruncir el ceño porque viste que en tu misma categoría, había un bicho superior, que difícilmente puedas superar con tu ejemplar y es allí donde te relajás y te das cuenta que venís acá por otra cosa, que las ilusiones están ahí adentro, que nada te va a quitar el imaginar ese momento final, pero en definitiva vos viniste a sentir todo junto, a saber que si llegaste y si estás en un corral, si estás en el catálogo, si entraste a alguna pista con el número de lote colgado en tu pechera, definitivamente ya ganaste.

 

Y claro, y si por esas cosas de la vida algún jurado palmea la grupa en ese instante único, soñado, irrepetible, te va explotar la cabeza, el pecho, las lágrimas en los ojos y tal vez, te llenes de esa droga que rebalsa el alma, esa de sentir por un rato, que tanto pero tanto esfuerzo, valió la pena.

 

Hoy será un relajo, habrá fiesta, color, música, será ver como una marea humana llega hasta acá a mirar lo que para muchos, está escondido detrás de alguna tranquera a cientos de kilómetros de asfalto y otros tantos de tierra. Por eso Bordeu tiene vida, porque ayuda a compartir con miles y miles, lo que tanto queremos. Y si esa vida que está en tu interior la compartís, tal vez algo se vaya vivo, en el que vino a mirarlo.

 

El lunes, cuando baje el último martillo, más allá de lo que ocurra, sin importar cuánto y a cuánto, Bordeu, será la despedida de tu momento, de ese pequeño o gran momento que cada año nos regala para compartir por unos días, el sueño que todos más amamos: un solo campo, un solo lugar y un solo país.

Escribir comentario

Comentarios: 0