Democracia, ¿dónde estás?

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Hay días en que me pregunto si los argentinos nos merecemos vivir en democracia. Parece un pensamiento demente de quien se dice demócrata. Es que no la estamos cuidando. No ejercemos el poder de ciudadanos comprometidos y responsables como corresponde. No exigimos y no nos exigimos.

 

Tenemos ante nosotros –ya próximos a las elecciones- algunos candidatos en los que escasea la piedad, el sentido histórico y el compromiso con el futuro. Se presentan casi escondidos y con un decorado de democracia, pero en realidad administran el poder con concepto vertical, corrupto y excluyente.

 

Existe, y lo palpamos diariamente, la cobardía ética de la Justicia, sindicalistas que viven como empresarios y son apretadores seriales; además de la venalidad de muchos legisladores, para los que el pueblo es sólo un número que se contabiliza en cada uno de los actos comiciales para satisfacer los privilegios de una casta que no asume su condición de tal porque dice haber emergido del mismo pueblo al que no respeta. Amparados en sus fueros, se sienten intocables, pero desprecian a la Constitución Nacional porque no se ajusta a sus deseos terrenales y les pone límites.

 

Muchos de nuestros conciudadanos se han enamorado de sus captores. Viven secuestrados en un presente miserable y en un futuro inexistente.

 

Basta levantar una puntita de la alfombra de nuestro país para encontrarnos con focos de corrupción, connivencias políticas con el mundo de la droga, de las barras bravas, de la coima, por indicar algunas de las pestilentes cuestiones que se dirimen en las sombras, pero que cuando alguna sale a la luz, todos nos quedamos como espectadores, mirando cómo el delincuente –otro concepto no le cabe- se nos ríe en la cara, entrando por una puerta y saliendo por la otra.

 

Sin embargo, todavía hay ciudadanos que pelean, como Quijotes modernos, con todo lo que tienen en sus manos. Peticionando, sacando a luz hechos de corrupción, enfrentando a las mafias. Nada los detiene. Es la última trinchera de esperanza en medio de tanto horror, de tanta decadencia, de tanta sinrazón. Los acompañan puñados de ciudadanos que aún poseen el valor de la vergüenza y sienten que el trabajo es la forma honesta y digna de ganar el pan con el sudor de la frente.

 

En 1983 recuperamos la democracia. Me pregunto si la sabremos recuperar en medio de tanta inmundicia que nos envuelve. Democracia, ¿dónde estás?       

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