La voz de los sin micrófono, las palabras de los sin teclado

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Periodismo agropecuario, un estilo de vida para muchos que han elegido un camino, marcado por enormes profesionales que engrandecen esta tarea. No es poco en estos tiempos, con exigencias como jamás se han tenido, con competencia sana –en su mayoría-, conviviendo eternamente con la misma incertidumbre que viven justamente día a día, los sujetos de los cuales surge toda la información.

 

Dueños de grandes oídos a la hora de la terapia campera, encuentran en cada uno de ellos, la posibilidad latente de poder hacer escuchar sus voces, ya sea en ámbitos políticos y económicos – como en los últimos tiempos-, productivos y casi siempre, climáticos, como si algo también nos convirtiera en voces de esperanza.

 

“No le podes decir a Sierra que señale alguna lluvia?” ha sido la pregunta repetida de los últimos meses. “Cómo anduvo la invernada? Y los precios de los toros? Che viste la última resolución del Senasa? Tenés idea cómo está funcionando el nuevo funguicida?” Así, en un verdadero muestreo de capacidad informativa, cada uno de nosotros debe arreglársela para tener respuestas, cuando no siempre se las tiene.

 

Hijos del rigor comercial, muchas veces hasta presionados para adornar un título para que un sector muy difícil de conformar, no salga sensibilizado por una palabra, por una definición, explicando en ocasiones, que no es “tranzable” el contenido, porque, la información es una sola- buena o mala, crítica o elogio- hay un texto que no puede modificarse, esa realidad que todos vieron si asistieron y quienes no lo hicieron, querrán tener el dato cierto, que les permita imaginar lo ocurrido, sin haber asistido y con la tranquilidad de que cada palabra es textual a lo ocurrido.

 

Ni que hablar en estos días, donde pensar y opinar es jugar todo el tiempo con humores ajenos, como si el pensamiento propio no existiera y la única idea política, la verdad a rajatabla, perteneciera a los demás. En muchos casos, pareciera que el periodista agropecuario, tuviera la obligación de convencer a alguien, cuál debe ser su próximo destino electoral, sin ponerse un segundo en la piel ajena a la hora de los sufrimientos propios.

 

Tal vez hasta aquí alguno dirá que no es tan fácil la cosa, ni que hablar si mostramos los kilómetros mensuales del vehículo, si contamos a qué hora muchas veces terminamos de cargar una nota, un remate, una red social, ante la atenta mirada del “cliente” que no dudará ofendido a reclamar, si el día posterior la noticia no está publicada, repicada y sin errores.

 

“Sarna con gusto no pica” decía la abuela y claro que no podremos decir que pica, porque lo hacemos con toda la pasión, con el alma, con los huesos, con las horas propias y de la familia, con la convicción de estar rodeados de otros colegas que empujarán, que acompañarán, que transitarán juntos este hermoso camino elegido como forma de vida.

 

Simplemente a todos, gracias! Por permitirnos hacer lo que hacemos y jamás olviden que detrás de todo eso que representamos, hay un simple tipo con muchas ganas, de querer dar lo mejor.

 

Dedicado a todos mis grandes amigos que este camino me ha regalado.

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