Aprender a leer la realidad

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Los acontecimientos que se han desarrollado del domingo pasado a éste, corroboran que la Argentina es un país en decadencia. Lo demuestra la tozudez de los políticos –cualquiera sea el bando donde se esté- o esa mirada autista al propio ombligo. A modo de excusa, algunos de estos muchachos y muchachas de la política dirán: “No me han comprendido”.

 

Hipócrates debería volver a la vida para enseñarles a detectar tempranamente los síntomas que se producen en un organismo enfermo; para que luego, uniendo estos síntomas, se encuentre la clave que es el diagnóstico. Sin el diagnóstico es absolutamente imposible la sanación. Cuando el diagnóstico es equivocado, es imposible curar. Hay que aprender a leer la realidad.

 

Un filósofo inglés, Jeremías Bentham, hizo una síntesis sobre la clave de la política. Dijo: “Hay que ser un soñador de realidades y un realizador de sueños”. La arquitectura política dice que hay que ocuparse de la convivencia, pero también hay que hacer algo con los elementos que existen y no con los que me gustaría que hubieran. Aquí radica el problema de la política argentina.

 

Sin embargo, ¡ojo al piojo! La política es la punta del iceberg, es lo que sobresale. Debajo está el 90 por ciento de su volumen de hielo, es decir, la sociedad. También nosotros, los que hacemos el mayor volumen del iceberg, tenemos que aprender a leer la realidad. A veces nos enamoramos de un político al que creemos sobrenatural y que lo puede conseguir todo sin que me cueste un mínimo sacrificio como ciudadano. Que yo sepa, la magia no es el fuerte de los políticos, aunque muchas veces palpitemos esa ilusión.

 

Los políticos y nosotros como sociedad deberíamos dar un vuelco de timón a esta decadencia que nos envuelve recorriendo el camino de adaptarnos para crear e innovar. Pero adaptarnos no significa aceptar la falta de valores que también nos golpea en esta realidad que vivimos. Y, tampoco crear e innovar no significa olvidarnos de lo que somos y para qué estamos.

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