Traicioneros

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

En la sociedad hay adicciones que matan, pero sin dudas lo que ha ocurrido en materia económica con el gobierno en relación al campo y sus cosechas, es poco menos que arriesgar todo, a una simple cuestión celestial: o nos salva el clima o se acaba todo. El clima? Si justamente porque el resto sabemos que no está, ni la previsión, ni la certeza, ni la estabilidad, ni los objetivos, ni promesas por cumplir. A esta altura no quedó absolutamente nada.

 

Hablar de retenciones a la fecha, es casi un insulto, mientras que un productor carga un camión de trigo, deja inmediatamente más allá de sus resultados, no menos del 60% si a este impuesto retrógrado, le sumamos el resto de los que abona cualquier habitante de esta tierra. En ese mismo momento, alguien echado en una reposera jugo de naranja en mano con vista a una buena pileta climatizada, repasa cuánto será el diferencial de lo depositado, con una nueva suba de tasas, sin que lo alcance un solo impuesto por una maniobra supuestamente “patriótica” a la hora de invertir y arriesgar.

 

Esa sutil diferencia, es además acompañada de esa dependencia prácticamente suicida que ha elegido el gobierno, prendiendo velas a cada santo para que la soja llegue a un buen final, para que el maíz siga el propio camino y a partir de ahí, “apretar” a todos para que vendan cuanto antes y transformen el riesgo, el sacrificio y la inversión, en los dólares que salvarán o no la economía.

 

“Mientras el productor no necesita vender, mira el mercado como una película, suba o baje. Ahora bien, en el momento en que el productor "necesita" vender para cubrir vencimientos concretos y reales, vende al precio que está cotizando el mercado. En la mayoría de los casos los productores no eligen cuándo vender y ahí está el quid de la cuestión, venden cuando lo necesitan” asegura el analista Pablo Adreani fundador de GuruMarket.

 

En el mismo sentido, hace pocos días desde Argentrigo se aseguró que la siembra de trigo, volverá a crecer en superficie llegando a los 7 millones de hectáreas. Sin embargo los interrogantes tras lo que fue una muy buena campaña tanto en rindes y calidad, comenzaron a generarse tras lo que sin dudas ha sido una constante de un mercado que como tantos, son manejados por unos pocos y el ítem calidad quedó sin pagarse. Un mercado en baja, una campaña totalmente incierta en cuanto a lo climático, un dólar que no para,  los insumos por las nubes y lo peor, los bancos estatales totalmente ausentes o al menos fuera de cualquier crédito que invite, forman el combo perfecto para repensar en una nueva siembra. No valdrá la pena sentarse sobre un trigo cosechado, con calidad y esperar a ver que pasa con el precio, los mercados, Brasil y el dólar? Claro, es un pensamiento egocéntrico, exento de patriotismo. El productor no tiene derecho ni a la pileta climatizada, ni a la reposera y muchísimo menos, al jugo de naranja. Sería traición, homicidio culposo, terrorismo de estado y por lo menos, digno de un “empalamiento” en alguna plaza pública, por intentar disponer de los bienes del estado (las retenciones) y justamente retenerlas para que el dólar pueda contener, la vigésimotrigésimosegunda, escapada de las tasas que el mismo gobierno subió.

 

Traicioneros dice el título. Seguro que lo son, los que cada día, deciden que esta economía continúe en franco derrumbe.

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