Desvelos

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

A veces me desvela mi querida Argentina. Los que la habitamos, la amamos, la sufrimos, la trabajamos, venimos de generaciones que también han experimentado lo mismo que nosotros, aunque en otra circunstancia o etapa.

 

Desde hace décadas venimos fracasando cuando debemos enfrentar desafíos complejos. Y eso se debe a que a menudo suponemos que el contexto en el cual estamos creando algo es un mundo vacío, un lienzo en blanco sobre el cual vamos a pintar nuestro cuadro. Los políticos –con nuestra venia- se han encargado de hacernos creer o mostrarnos que nuestra Argentina es un modelo para armar a partir de cada administración.

 

Ellos pueden fingir que Argentina está vacía, pero no lo está. Estamos nosotros y todo lo que producimos diariamente, los edificios, los vehículos, los parajes, pueblos y ciudades, las ideas, los proyectos, las diferentes culturas de  cada una de las regiones. Desde las más altas esferas legislativas, ejecutivas y judiciales advierten que ese egocentrismo oportunista por hacer diariamente una Argentina nueva perjudica profundamente; no obstante, siguen adelante, porque el beneficio propio y/o el de sus amigos, está en juego.

 

Nada nos asombra. Nosotros somos los que nos asombramos de nuestra propia impericia para tejer alianzas en búsqueda de consensos que ayuden a  crecer y desarrollarnos. Tomamos como algo cotidiano el embrutecimiento que logramos paso a paso. Tampoco a la política le desvela el último número del indicador de pobreza e indigencia medido por el INDEC, salvo que les de argumentos para acusar al contrincante opositor. Tampoco se sonrojan por ser parte del problema, sea por inacción o por omisión.

 

Adam Kahane, reconocido como uno de los mayores expertos mundiales en el desarrollo de soluciones a problemas sociales complejos, advierte que “cuando fingimos que nuestro mundo está vacío y no lleno, y que nuestros desafíos son simples y no complejos, nos estancamos. Si queremos salir del atasco, necesitamos reconocer nuestra interdependencia, cooperar y tantear nuestro camino hacia adelante. Necesitamos, por lo tanto, emplear no sólo nuestro poder sino también nuestro amor”, porque el amor es la fuerza que reconecta e integra aquello que está fragmentado. Por supuesto que no es simple, es mucho más complejo. Sin embargo, vale intentarlo, porque en Argentina no tenemos más tiempo para dilaciones.

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