Enojados

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Si por un segundo pensamos los motivos, el listado es infinito, las cuentas que no cierran, la justicia que no actúa, la educación que no nos gusta, la política que nos degrada. La respuesta es inmediata, es cierto que no llueva nos irrita, nos trae pésimos recuerdos, nos pone directamente a la defensiva, pero más allá de la “grieta” esa que se instaló y difícilmente se acerque, hay una que nos rodea, que está en cualquiera de los lados que integre tu bando, estamos enojados.

 

Situaciones miles, desde una pregunta en un grupo de wasap, que se dispara para cualquier lado, tras una respuesta cargada de enojo, directamente despierta amores y odios, esos mismos que tenemos en el bar hablando de fútbol, ese que nos irrita cuando quien tenemos enfrente no nos comprende y el resultado siempre termina en un exabrupto y lo más probable, con algún enojo interno que arrastraremos vaya a saber cuánto tiempo sin ni siquiera darnos cuenta.

 

Qué nos pasa? Tan mal la pasamos? Sin dudas, siempre digo que cuando una sociedad vive en una situación de injusticia permanente, se altera el equilibrio que separa lo más básico del bien y del mal, la más primitiva de las sensaciones de percibir que quien transita una buena senda recibe compensaciones y quien anda por la mala, su castigo merecido. Eso por aquí, directamente no existe.

 

“Somos mansos, somos muy mansos” repite un amigo en una charla que rápidamente termina en varios cruces, porque en definitiva, todos pensamos diferente, si debemos esperar el cambio desde arriba, si somos nosotros quienes debemos tomar las acciones para quienes están arriba se enteren de que estamos enojados y como resultado final, no haremos nada con tanto enojo y simplemente juntaremos un poco más.

 

Para muchos la clave está en los medios, “prendes el televisor y te muestran robos, asesinatos, violaciones, políticos corruptos, la justicia garantista y el mismo motochorro que robo mil veces, vuelve a robar y es inocente, porque quien debía estar a justicia, cometió la imprudencia de tener un bien sin compartirlo”, describe otro amigo irónicamente. Entonces? Todo eso debemos esconderlo? No hay que mostrarlo porque nos enoja? O solo debemos mirar “En el camino” para sentir la sensación de libertad, el placer de viajar y la emoción de ver qué en todo el territorio, sobran ejemplos de amabilidad, de hospitalidad y una gastronomía única en el mundo. Creo realmente, que ni uno ni lo otro, porque si escondemos lo primero, es muy probable que nuestro querido Markic, termine un día volviendo a pata, tras el robo de alguno de sus vehículos en cualquiera de sus recorridas.

 

Mientras tanto deberíamos por un instante, pensar antes de responder. No hablo de reprimirnos, hablo –y en primera persona- de reflexionar si lo que decimos o escribimos no estará enojando al otro y quizás en ese ejercicio de la “empatía”, contribuyamos por un instante a un enojo menos. Lo otro seguramente no lo cambiaremos, porque la voluntad política –que nunca jugará en contra de si misma y contra sus pares – difícilmente lo haga. Pero al menos, en nuestro pequeño espacio, generaremos la sensación, de que somos más humanos.

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